Capítulo 19: Una Noche Inolvidable.

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Después de hablar rápidamente con Omar y despedirse únicamente de él, Fernando se subió a la camioneta donde lo esperaba su familia y se dirigió hacia una taquería que había visitado unos veinte años atrás. Realmente no estaba seguro si el pequeño negocio aún estaría en aquella esquina, pero una noche de recuerdos había despertado una nostalgia en él que quería disfrutar.

Para la sorpresa de Fernando, Lety recordó el lugar cuando se detuvo frente a él, regalándole una hermosa sonrisa que hablaba de recuerdos atesorados en un profundo corazón lleno de amor e ilusión. Tenían tanta hambre que pidieron casi de todo lo que tenían en el menú. Mientras comían sus hijos les preguntaron como habían dado con aquel lugar y Lety se echó a reír mientras Fernando buscaba la manera de contarles, sin decirles mentiras y a la misma vez sin revelarles la cruda infernal que le había desatado el antojo de tacos aquella noche.

"Sebastián, te doy mil pesos si te comes un taco de sesos." Santiago movía sus cejas de arriba abajo para convencerlo.

"Ja! Quédate con tu dinero." Le contestó su hermano, saboreando su comida.

"Yo hago tus tareas de la casa por un mes, si te comes uno de tripa." Andrea le guiñó un ojo a su hermano sabiendo que su propuesta era más tentadora que la primera.

"Siendo así, yo le entro." Se entusiasmó Sebastián, quien odiaba limpiar ventanas y este mes le tocaba a él.

"Ah no, tú ya dijiste que no. Quédate con tus tacos de asada. Ahora estamos hablando las cabezas de negocios de esta familia. A ver, mi hermanita adorada, ¿y que tengo que hacer yo si pierdo?"

"Cambiarle el aceite a mi carro. SIN ayuda de ningún mecánico."

"A ver." Fernando puso su mano sobre la mesa. "Primero que nada, Andrea, tu no vas a poner tu seguridad en las manos de tu hermano. Lo prohíbo. Y segundo que todo, yo, su padre, les doy tres mil pesos, si cada uno se come un taco de ojo entero. No puede sobrar nada."

"Fernando Mendiola, ¿en serio vas a contribuir a sus jueguitos?" Leticia intentaba ocultar su sonrisa, pero le era casi imposible.

"Mami, ¿De quién crees que aprendimos?" Santiago se echó a reír. "Tres mil pesos. ¿Cada uno?"

"¿Y el que gane se lleva los tres mil del que no pueda?" Andrea levantó una ceja.

"Mira que lista me salió la niña. Jajajaja. Pero si alguno quiere los tres mil pesos del otro, también deberá comerse su taco."

"Echo." Dijeron los tres antes de soltar una carcajada.

Fernando se puso de pie y ordenó los tres tacos y cuando volvió a la mesa con ellos pudo ver el nerviosismo en los rostros de sus hijos mientras su mujer volteó los ojos con desaprobación, pero una sonrisa que le revelaba lo bien que la estaba pasando realmente.

En el restaurante había bastante movimiento con gente entrando y saliendo, pero todos sentían mucha curiosidad por la familia que iba vestida con ropa extremadamente elegante para aquel lugar y que no paraba de reírse. Algunos clientes escucharon la apuesta que había hecho el apuesto padre con sus hijos, y sin poder disimular su curiosidad, esperaban ansiosos el desenlace de aquel reto.

Para la sorpresa de todos, fue Andrea la que desbancó a sus hermanos, quienes no pudieron con el pequeño desafío. Ante las miradas sorprendidas de todos, la dulce y elegante jovencita se comió los tres tacos con una sonrisa y hasta hizo un bailecito de victoria cuando sus hermanos aceptaron su derrota.

Después de compartir más risas y un platillo de churros con chocolate caliente, Lety sintió la misma nostalgia que su esposo y sugirió que fueran al parque a donde él la había llevado la misma noche que estuvieron en esa taquería y Fernando asintió con una sonrisa.

Fernando recordaba claramente la primera noche que estuvieron en ese parque. Para el ese día había sido un suplicio; un a tarea que nunca había querido cumplir. En ese momento Fernando desconocía que estaba por emprender la mas importante de todas las aventuras de su vida. Como cada uno de los recuerdos que en algún momento estuvieron teñidos con dolor o vergüenza, esa noche reescribieron un capitulo de una mentira con miles de verdades. Si Lety lo hubiera rechazado aquella noche, su vida seria muy diferente hoy y el no quería ni imaginarse una vida donde Lety no lo había cambiado por completo.

La noche era hermosa y el cielo estaba completamente despejado, regalándoles
la más majestuosa luna que alguno de ellos se había detenido a observar en los últimos años. Andrea, Santiago, y Sebastián, en su ropa de gala, corrieron hacia los juegos como cuando eran unos niños pequeños, llenando los corazones de sus padres de ternura. Fernando y Leticia estaban muy conscientes que sus hijos estaban creciendo y estaban a punto de enfrentarse al mundo y a todas sus injusticias, pero por una noche más, volvían a ser los niños pequeños que necesitaban de los cuidados de sus padres. Entre risas sinceras y corazones llenos, Fernando y Lety observaban a sus hijos desde los columpios mientras viajaban al pasado.

"Mi amor, ¿recuerdas la última vez que estuvimos aquí?"

"Claro que lo recuerdo. Tu me estabas regalando la luna mientras a mis espaldas mirabas la foto de Patricia Manterola." Lety volteó los ojos dramáticamente. "¿Que tiempos aquellos, no?"

"Ay Lety, ¿cuando te conté eso?"

"Jijijijiji, en uno de tus cumpleaños. Omar y Eduardo disfrutaron mucho de tus nervios cuando pensaste que me enojé. Jijijiji."

"Pues es que tu te enojas y cuidado..." Fernando batió una mano en el aire.

"Jijiji. ¿Como crees que me iba a enojar cuando en todo este tiempo juntos me has demostrado mucho más amor que el que disque me prometiste? Esa noche decidimos vivir la mejor locura, la mejor historia de amor jamás escrita."

"Eso es verdad. Lo mejor que hice en mi vida fue traerte a este parque esa noche. Te amo mi Lety." Fernando jaló el columpio de su esposa hacia el para darle un tierno beso que fue interrumpido por la risa de ella. "Amor, ¿por qué te sigues riendo?"

"Jijijiji es que me acuerdo de tu cara esa noche mientras Omar y Eduardo te molestaban y es inevitable jijijiji."

"Eres divina. Pero esos dos igual me las van a pagar. Ya me acordé como se burlaron muy bonito de mi esa noche. Con amigos así, ¿quien quiere enemigos?"

"Jijiji no digas eso. No existen mejores amigos que esos dos."

"Es verdad. Si la última vez que estuvimos aquí me hubieran dicho que juntos crearíamos esta maravillosa vida llena de personas tan importantes, me habría muerto de la risa. ¿Quien lo diría? Los tres tenemos familias hermosas..." El celular de Fernando interrumpió lo que estaba diciendo, recordándoles que el mundo no dejó de girar mientras ellos se perdían en sus recuerdos.

"¿Bueno?" La voz de Fernando aún reflejaba la risa que compartía con su esposa segundos antes de contestar.

"Hermano..." La voz de Omar estaba tensa del otro lado de la línea. "¿Dónde estás? Estoy en tu casa, pero no hay nadie."

"Estamos en un parque." Fernando se puso de pie e intentó alejarse, pero Lety pudo notar la tensión que lo invadió y se acercó a él. "¿Qué pasa Omar?"

"Es Eduardo."

El corazón de Fernando se detuvo por un instante. "¿Qué pasó con Eduardo, Carbajal? ¡Dime!" Lety tomó a su esposo de la mano.

"Eduardo... se nos fue brother. Lalito falleció esta noche."

Fernando sintió que las fuerzas lo abandonaban. No era posible. Eso no podía estarles pasando. Eduardo era un hombre joven, lleno de fuerzas y salud. ¿Cómo que había muerto? Eso era imposible. Fernando se abrazó a su esposa, quien ya estaba llorando imaginándose lo peor, y en la distancia pudo ver como sus hijos corrían hacia ellos.

"Eduardo..." Fernando tragó audiblemente. "Eduardo falleció mi Lety." Fernando lloraba y sus hijos los abrazaron con fuerza. "Se me fue mi brother, Lety."

Y Llegaste Tú: Segundas OportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora