Capítulo 17: Segunda Oportunidad.

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Después de una hora, Fernando y Lety regresaron a la sala de espera con Andrea de la mano. Los gemelos abrazaron y besaron a su hermana felices de verla bien. La consejera habló seriamente con ambos padres, explicándole lo alarmante que era ver a dos hermanos peleándose a golpes en la escuela. Fernando y Lety les explicaron los cambios que habían surgido en casa y se comprometieron buscar una solución. Los niños estaban suspendidos por una semana, y tendrían que completar labores sociales como castigo por su comportamiento. La maestra y la consejera se despidieron de la familia con una cita para reunirse con los padres el día que regresaran todos a clases.

El camino a casa fue completamente silencioso, con excepción de la llamada que le hizo Fernando a Omar para explicarle lo sucedido y decirle que no regresarían a la empresa. Una vez en casa y después de ayudar a Andrea a acostarse en su cama, Fernando y Lety se sentaron con los gemelos en la sala a hablar de lo que pasó esa mañana.

Sebastián les explicó a sus padres que esa mañana habían anunciado que se acercaba el torneo de baloncesto de padres versus hijos que celebraba la escuela anualmente. La pelea comenzó porque Sebastián le dijo a su maestro que ellos no participarían y Santiago se enojó con su hermano.

En el cambio de clases Santiago le reclamó su actitud a Sebastián y comenzaron a discutir porque no veían la situación de la misma forma. Por estar en el pasillo, había más niños a su alrededor y otro niño comenzó a gritar 'Los Mendiola se quedaron sin papá, jajaja. Bienvenidos al mundo real donde no todo es tan lindo como parece...' Santiago sintió mucho coraje, pero fue Sebastián quien empezó a reclamarle que no tenían que estar discutiendo eso en el pasillo. Fue en ese momento que Andrea se acercó a ellos para calmarlos, pero estaban tan concentrados en su discusión que cuando Sebastián lanzó el primer golpe, Andrea se metió entre él y su hermano, pero era demasiado tarde. Bajo la fuerza de su puño, que ahora le había dejado un ojo morado, Andrea cayó sobre los casilleros a su espalda golpeándose la cabeza y quedando inconsciente en el acto.

Los gemelos lloraban sintiéndose culpables tanto del accidente de Andrea como de haber estado dispuestos a pelearse en lugar de usar sus palabras como sus padres les habían enseñado. Fernando y Leticia les explicaron con cariño y comprensión que por más que sus padres estuvieran pasando por lo que fuera, Fernando siempre sería su padre y estaría ahí con ellos y para ellos. A los gemelos no les hizo mucha gracia que estarían castigados por dos semanas de todo lo que fuera electrónico, pero estaban agradecidos que todo había terminado, papá había vuelto a casa, y su hermana estaría bien.

Fernando subió a despertar a Andrea mientras Lety les preparaba algo para comer y todos disfrutaron de una comida en familia después de dos largos meses sin hacerlo. Cuando terminaron de almorzar, los niños subieron cada uno a sus cuartos, mientras sus padres se quedaban hablando en la sala.

"Gracias por esa rica cena. Aunque me duelen las circunstancias, tenía demasiado tiempo comiendo solo." Fernando entró a la sala y Lety sintió como el aliento se le atoraba en la garganta. Él había insistido en lavar los platos así que había dejado su saco y corbata sobre una silla y llevaba la camisa remangada, derramando sensualidad.

"Si yo les hubiera dicho esta mañana que todo estaba bien, que tu regresarías a casa esta noche..." Las lágrimas de Lety se atoraron en su garganta y se abrazó a su esposo en busca de esas fuerzas que el siempre le brindaba y sintiendo que por fin había llegado a casa al sentir sus brazos envolverla.

"No te culpes mi amor. Los dos queríamos darles la sorpresa. Realmente habían manejado todo con mucha madurez. Algo así era de esperarse tarde o temprano."

"Sé que tienes razón." Lety levantó la cara para mirarlo. "Pero no puedo evitar sentirme culpable."

"Eso es porque eres una maravillosa madre." Fernando atrapó un riso suelto que había caído sobre esos bellos ojos color chocolate que lo llenaban de vida y lo acomodó detrás de su oreja. "Yo también me siento muy culpable. Pero la culpa no resuelve nada. Lo que necesitan es nuestro apoyo y comprensión, y aquí estaremos para dárselo por siempre y para siempre."

"Te amo Fernando Mendiola." Lety recostó su cabeza sobre su pecho, sintiendo como el latir de su corazón la relajada. "No sé qué haría sin ti."

"Yo te amo más mi Lety." Fernando abrazó a su mujer con una intensidad que amenazaba con ahogarlos a los dos.

El resto de la tarde, lo pasaron jugando cartas y juegos de mesa en familia, tomando turnos para asegurarse que despertaban a Andrea cada hora como había ordenado el doctor.

Al caer la noche, Fernando se aseguró que sus hijos estaban profundamente dormidos en sus camas y entró a la cocina en busca de Lety. Regalándole su sonrisa más traviesa, la tomó en sus brazos y corrió escaleras arriba hacia la que siempre seria su habitación. El lugar donde se aprendieron a conocer sin necesidad de pensar, y a comunicar sin necesidad de palabras.

Con esa ternura inigualable que lo caracterizaba, Fernando depositó a sus esposa sobre la cama que habían compartido por años, incapaz de contener la emoción. Los últimos meses habían sido los más largos de su vida, y era más que evidente sobre su cuerpo y su mirada. Leticia lo encontró en ese mismo nivel de pasión que siempre habían compartido al convertirse en uno solo, y gracias a el torrente de emociones que corrían por sus cuerpos no tardaron en explotar apasionadamente. Fernando cayó sobre su espalda al lado de su amada con una sonrisa dibujada en su rostro.

"Te amo Leticia Mendiola. Más que nunca, más que siempre."

"Y yo a ti Fernando Mendiola." Leticia le dio un dulce beso antes de quedarse profundamente dormida sobre su pecho.

*        *       *

Al despertar Leticia se encontró sola en su recámara y por un segundo se preguntó si todo había sido un sueño, pero su cama estaba impregnada del embriagante aroma de su esposo y tuvo la certeza que su pesadilla había terminado. Rápidamente se vistió con una pijama de mamá responsable y salió de su recamara en busca de su familia. Ya pasaba de la media noche, pero estaba segura de que donde estuvieran sus hijos también encontraría a Fernando.

En el pasillo todo era silencio, y sin dudarlo se dirigió al cuarto de su hija. Ella estaba segura de que Fernando continuó despertándola cada hora como había recomendado el médico, pero necesitaba cerciorarse por sí misma que todo estaba bien con Andrea.

Al abrir la puerta, su mundo por fin volvió a girar en el sentido adecuado. Ahí estaban sus cuatro amores profundamente dormidos. Mientras ella dormía, Fernando se había rasurado esa barba que le gritaba al mundo que era muy poco lo que le importaba, viéndose aún más guapo que nunca. Ahora estaba en la cama de su hija, con su princesa dormida sobre su pecho como cuando era una bebé, y los gemelos dormidos sobre una inmensa alfombra de almohadas que típicamente usaban para las noches de películas en la sala. Leticia derramó una lagrima, sintiendo el más profundo de los amores por su preciosa familia. Sin duda, cada lucha, cada prueba, cada situación, solo serviría para unirlos más. Sin titubear se recostó sobre las almohadas con sus hijos con una sonrisa que le podía partir el rostro a cualquier persona que no fuera tan feliz como ella en ese momento.

"Ustedes son mi vida." Susurró Fernando, y estuviese dormido o despierto, Lety sabía que no existía una verdad más pura que esa, y por siempre le daría gracias a la vida por esa segunda oportunidad.

Y Llegaste Tú: Segundas OportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora