Capítulo 11: Recuerdos.

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"Fernando." La voz de la mujer lo llamó cuando estaba a punto de subirse a su coche. "Tienes años peleando contra ti mismo. Fernando Mendiola no es un hombre de una sola mujer. Déjate llevar. Este no eres tú..." Fátima se acercó a él una vez más, pillándolo entre su cuerpo y el coche. Lentamente se apoderó de sus labios una vez más, mientras sus manos recorrían su cuerpo.

Fernando se sentía fuera de control, y con los ojos abiertos ante su sorpresivo ataque, en la distancia pudo ver a su esposa, la mujer que tanto amaba, literalmente romperse en pedazos frente a él. Pedazo por pedazo, Lety se desmoronó frente a la dolorosa escena hasta que se convirtió en un fino polvo que se llevó el viento. Donde había estado parada, el brillo de sus anillos de matrimonio fue lo que le dejó claro a Fernando Mendiola que la había perdido para siempre.

"¡LETY!" Fernando gritó descontrolado, quedando sentado en su cama, bañado en sudor.

"Fue un sueño." Fernando se tocaba la cara una y otra vez. "Solo fue un sueño. Solo fue un sueño."

Fernando encendió la luz de su recámara y sus pensamientos cobraron sentido una vez más, pero el dolor en su pecho cada vez era más profundo. Él había juzgado mal a Lety y lo tenía más claro que nunca. Tal vez ese beso había sido un sueño, o más bien una pesadilla, pero lo que había sentido no. Él era incapaz de serle infiel a esa mujer hasta dormido... ¿Como fue tan imbécil de creerla capaz a ella?

Fernando miró su reloj. Eran casi las dos de la madrugada, pero no había forma de regresar a dormir. La pelea que había tenido con su esposa lo había empujado a la más horrible de las pesadillas y su cuerpo aún no se recuperaba del golpe. La presión en su pecho y el sudor que cubría su cuerpo lo impulsaron a darse un largo baño de tina donde buscaba aquella paz que tenía dos largos meses sin sentir.

*   *   *

En la casa Mendiola, las cosas no estaban mejor. Mientras sus hijos dormían, Lety estaba en el piso de su closet, rodeada de todos los recuerdos que contaban la historia de su matrimonio.

El misterioso diario número nueve estaba abierto sobre sus piernas y con lágrimas en los ojos ella leía una y otra vez las palabras que le habían brotado del alma desde que conoció a Fernando Mendiola. ¿Cómo podía Fernando Mendiola ser tan ciego? ¿Cómo era posible que el hombre de su vida la creyera capaz de engañarlo con otro, cuando habían luchado en contra de tantas cosas para construir la vida que tenían?

Leticia cerró su diario y se enfocó en la caja de madera bajo la cual lo había enterrado hacía tanto tiempo. Esa caja blanca estaba llena de una vida que Leticia nunca quiso imaginar, pero para la cual necesitó preparar a su familia; una vida sin ella. Con un suspiro, Lety destapó la caja y sintió como los recuerdos se apoderaban de ella con una vida propia.

*** Flashback ***

Una cálida tarde de verano, Lety estaba sentada en la silla roja de su habitación hablando con sus bebés. A sus ocho meses de embarazo, la habían diagnosticado con placenta previa. Una condición que implica un alto riesgo de hemorragia imprevista o a la hora del parto, por lo que su doctor la había limitado a reposo absoluto. Aunque se trataba de una complicación seria, era muy común y su doctor había formulado un plan detallado donde a Lety le harían una cesárea dos semanas antes de lo necesario para asegurarse que sus bebés nacieran saludables y con el menor riesgo para ella. Pero, aun así, Lety no podía evitar de sus miedos.

Fernando estaba poniendo todo de su parte para ser optimista para ella y para su hija y se pasaba los días desviviéndose por ellas. Mientras Fernando trabajaba, Lety había dedicado sus días a llenar una caja con recuerdos, cartas, y fotografías para sus gemelos en el dado caso que ella no sobreviviera el traerlos al mundo.

Y Llegaste Tú: Segundas OportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora