Capítulo 24: Apoyo Familiar.

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"No. No. No. No." Fernando se puso de pie y comenzó a caminar de lado a lado, mientras lágrimas comenzaron a recorrer el rostro de Lety. "No Leticia. Yo te lo dije. TE LO DIJE. Malditos sueños. Malditos huevos." Fernando aventó su taza contra la pared haciéndolos saltar a todos cuando cayó al piso hecha pedazos.

Andrea sabía que su padre no tomaría tranquilamente la noticia, pero no pudo evitar esconderse en el pecho de Daniel por enésima vez ese día ante su reacción.

"Perdón, perdón." Fernando besó la cabeza de su esposa antes de acercarse a su hija y jalarla de la mano para que se pusiera de pie. "Perdóname hija, no fue mi intención reaccionar de esa manera." Los sollozos de Andrea se perdieron en el fuerte pecho de su padre. Fernando Mendiola podía ser muchas cosas, pero la primera de ellas era el lugar seguro de su familia. "Lo siento mi amor, pero no puedo evitar sentir dolor ante lo que esto significa para ti. Espero que sepas que sea cual sea tu decisión, cuentas con nosotros para todo, mi vida."

"Tu papá tiene razón. Lo que viene no es fácil." Leticia se unió al abrazo de su esposo y su hija, sintiendo el brazo de Fernando rodear su cintura. "Creo que tu vida jamás volverá a ser tan fácil como lo era hace unas horas. Pero de lo que si estoy segura es que te vamos a ayudar en lo que sea. Tú vas a salir adelante como la mujer fuerte que eres."

"Perdóneme, por favor. Yo nunca quise hacerles esto." Andrea aún sollozaba, pero sintiéndose más ligera que en todo el día. "Yo sé que una hija embarazada no es la mejor de las noticias, pero este bebé no tiene la culpa de mis malas decisiones."

"Shhhh. Nada de eso mi niña. Por algo pasan las cosas." Fernando besó su cabeza con sentimientos encontrados. La última vez que su hija lo abrazó para hablarle de bebés, fue la primera vez que los gemelos se movieron en el vientre de su mamá y ella corrió a él para contarle que en la barriga de mami había un bebé. Ahora, dieciséis años más tarde, lo había abrazado mientras hablaba de bebés, pero no con la misma felicidad o inocencia que la primera vez. "Ese bebé tendrá todo el amor del mundo y nunca le va a faltar nada."

Las palabras de su papá desataron una nueva ola de llanto en Andrea, quien se aferró a sus amorosos padres con temor y agradecimiento. Ella sabía que sus padres no serían el tipo de personas que la correrían de su casa, pero escucharlo de la boca del hombre que siempre había sido su héroe provocaba sentimientos en ella que nunca se había imaginado.

En la efusividad de su abrazo, no se dieron cuenta que Daniel se había ido a la cocina para darles un poco de privacidad, y tampoco notaron cuando los gemelos entraron a la casa acompañados de Alejandro.

"¿Quién se murió?" La pregunta de Sebastián llenó la sala.

"¿Se hundió el crucero de la abuela?" Santiago soltó su mochila al pie de la escalera.

"Calmen. Calmen. Nadie se ha muerto." Lety limpió su rostro.

"Solo mis sueños, nada más." Andrea intentó bromear mientras secaba su rostro, pero su sonrisa no llegó a sus ojos.

"¿Tus sueños?" Le preguntó Alejandro, sentándose en el sofá tranquilamente. "Por favor, ni que estuvieras embarazada."

Fernando y Lety sintieron un nudo en la garganta al escuchar el chiste de Alex.

"Parezco más inteligente que eso, ¿verdad?" Andrea se sentó sintiéndose cansada mientras reía sin humor. "Pero esa es mi realidad Alex. Estoy embarazada."

"Mira qué bonito. ¡Te voy a matar!" Sebastián le gritó a Daniel quien salió de la cocina al escuchar más voces.

"Sebastián ¡NO!" Gritó Fernando, pero sus palabras no detuvieron a su hijo antes de que su puño conectara con el sorprendido rostro de Daniel.

"¡Daniel!" Andrea gritó asustada y dio un paso en dirección de los varones, pero Santiago la detuvo recordando claramente como terminó la pobre la última vez que se metió entre Sebastián y el objetivo de su furia. Fernando brincó por encima del sofá para detener a su hijo antes de que le diera un segundo puño a su mejor amigo, y Alex corrió al lado de su hermano, usando la camisa que había dejado sobre el sofá para detener la sangre que corría de su nariz.

"Sebastián ¿Qué rayos crees que estás haciendo?" Leticia se cruzó de brazos frente a su hijo. "¿Qué te poseyó a darle un golpe a Daniel? ¿A caso te volviste loco?"

"¡Los locos son ustedes! ¿Cómo pueden estar tranquilos sabiendo que este embarazó a Andrea? ¡¿Cómo es que papá no lo ha matado?!"

"¡Si serás animal, Sebastián!" Fernando apretó los brazos de su hijo. "Él no es el papá de esa criatura."

"¡Es verdad! Aunque no me molestaría lo más mínimo serlo, ¡no tuve tanta suerte!" Daniel escupió sin medir sus palabras impulsado por el coraje y la adrenalina que corría por sus venas. "De haber sido así, jamás habría jugado con ella o la habría abandonado. ¡JAMAS!"

"¿¡QUE!?" Exclamaron todos los presentes excepto Lety y Fernando.

"Ay no se hagan." Daniel escupió molesto. Era la primera vez en su vida que lo veían de esa forma. "Habría que ser verdaderamente ciego para no ver que yo amo a Andrea. Pero aquí no estamos hablado de mi. Aquí la que necesita apoyo es Andrea. La que necesita comprensión es ella. Y la que no necesita de estas escenitas, Sebastián Mendiola, también es ella. Siéntete aliviado. Un Carbajal no fue el que le arruinó la vida a tu hermana. Imbécil."

"Andrea y Alejandro, lleven a Daniel a la cocina y póngale hielo en la cara." Fernando habló sobandose las cejas. Daniel estaba en todo su derecho de desahogarse y Sebastián le debería una disculpa, pero primero necesitaban hablar. "Nosotros necesitamos hablar con los gemelos."

"Oh, ¿y nadie va a decir nada de lo que acaba de confesar Daniel?" Reclamó Sebastián.

"No. Él está delirando por la pérdida de sangre." Dijo Alex defendiendo a su hermano mientras lo empujaba hacia la cocina.

Fernando y Lety sentaron a sus hijos en la sala para explicarles lo que pasaba con su hermana y como iban a cambiar las cosas en su familia de ese día en adelante.

Después de que todos los humos se bajaran, tanto Daniel como Sebastián hablaron, y para el final de la noche, su pleito estaba olvidado.

Andrea estaba muy confundida por todo lo que dijo Daniel, pero ahora sus preocupaciones eran mayores que lo que podía estar sintiendo por su mejor amigo.

Nadie tenía todas las respuestas, pero lo que si sabían era que la apoyarían siempre.

Y Llegaste Tú: Segundas OportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora