Capítulo 20: La Vida Continúa.

298 29 40
                                    

Diario de Lety:
La muerte de Eduardo fue algo que a todos nos tomó por absoluta sorpresa. Creo que lo más impactante fue el hecho de que el sabía que estaba por morir. El doctor le explicó a Carolina que hacía más de dos años que Eduardo había recibido un diagnóstico de insuficiencia cardiaca. El decidió que no quería ninguna clase de tratamiento que afectara su calidad de vida a pesar de que significara una vida más corta. Eduardo siempre fue una persona que vio la vida como el fugaz regalo que era y se dedicó a disfrutarla como tal.

Eduardo Mendoza vivió una vida plena. Se casó con la mujer que amó desde joven, tuvieron un hijo al que le dieron todo su amor. Ayudó al necesitado. Compartió con sus hermanos del alma. Celebró sus victorias y lloró sus derrotas. Estableció su escuela de directores... Y al cumplir ese anhelado sueño, se fue a la cama esbozando felicidad y cuando Carolina lo quiso despertar porque se acostó sobre las cobijas aun con su traje, no pudo lograrlo.

Nuestro Lalito no murió con ningún rencor o arrepentimiento. Cumplió todos y cada uno de sus sueños y partió de este mundo entre los mismos... Esa es una paz que llena los corazones de las personas que tanto lo quisimos.

Carolina y su hijo están afectados por la repentina partida de Eduardo, pero a la misma vez saben que así era él. Un hombre que siempre supo disfrutar su vida y no permitiría que un corazón débil le impidiera hacerlo.

Fernando está triste, pero a la misma vez feliz de poder compartir los últimos años de su vida con él; los años que de verdad valieron algo como él dice. Omar no paraba de hablar de lo agradecido que estaba de haberlo conocido y aprendido a ver la vida de otra manera gracias a su amistad.

Al final del día, la muerte de Eduardo dejó un vacío en el corazón de todos los que lo amamos que cada día se llena un poquito más con la paz de saber que su vida fue exactamente lo que él quiso que fuera. Ni más ni menos.

Si algo nos recalcó Eduardo en sus cartas de despedida, fue lo corta que es la vida y lo importante que es que la vivamos a lo máximo. Así que, después de una semana de luto, todos regresamos a nuestras vidas regulares, siempre con el presente recordatorio que nos dejó nuestro querido amigo...

"La vida siempre nos dará segundas oportunidades, pero está en nosotros saberlas aprovechar."


*    *    *

Días después...

"Buenos días mami." La sonrisa de Sebastián iluminó la cocina cuando se acercó a su mamá y le dio un beso en la cabeza. "Huele delicioso."

"Buenos días, mi amor." Leticia le regaló una sonrisa. "¿Qué te tiene tan contento una mañana de lunes?"

"El sol brilla, los pájaros cantan... ¿necesito una razón para estar contento?"

"No. No la necesitas. Pero algo me dice que esa razón tiene nombre propio, jijijiji."

"Claro que lo tiene mamá." Santiago también besó la cabeza de su madre. "Solo que este estupendo ser humano que Dios me regaló como hermano no me lo quiere decir."

"Santiago..." Leticia pronunció su nombre como si fuera un regaño mientras le servía el desayuno a su familia.

"Déjalo mami. El solo me tiene envidia. Podremos ser muy gemelos, pero a mí me llueven las mujeres y a él no. Somos la viva evidencia que la apariencia no lo es todo. Somos igual de guapos, pero yo sí nací con corazón. Por su parte, Santiago nació..."

"Tres minutos, diecisiete segundos antes que tú. Así que como tu hermano mayor me respetas."

"Ya basta." Dijo Fernando al entrar en la cocina. No tenía la más mínima idea de que estaban hablando, pero siempre que Santiago le recordaba su hora de nacimiento a su hermano, las cosas no iban por buen camino. "Me muero de hambre y quiero desayunar en paz. Hoy es un día muy especial y no me lo van a arruinar con sus peleas."

Y Llegaste Tú: Segundas OportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora