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Capítulo 24: Fantasías previas a Halloween.

SKYLER.

Lidiar con la tristeza de Bella no es difícil cuando los demás están y, literalmente, hacen de todo para ayudarme a hacerla sonreír. Por las noches es mucho más complicado, cuando despierta de la nada a causa de alguna pesadilla.

He pensado en darle pastillas para dormir, pero no creo que sea mi idea más sensata. Athan mencionó que deberíamos insonorizar su habitación y Bastian le dio un zape porque esa tampoco es una gran idea. Luego Leah pensó en que debemos darle tés y hacer que sus chacras se alineen para que encuentre la paz de su alma. Después de reírse de la idea de Leah, Haeden tuvo una mejor, para sorpresa de todos; dijo que él se encargaría de ella cuando despertara y le haría compañía hasta que volviera a dormirse. ¿Lo mejor de todo? Funcionó..., hasta que se quedaron sin temas de conversación. Finalmente, Bastian llega con la solución: una caja musical, que tenía una canción extrañamente linda con la que te sentías muy relajado. Bella la deja encendida todas las noches y a veces despierta, pero ya no hay gritos dolorosos y su llanto ha disminuido.

—El lunes es Halloween —menciona Athan durante el almuerzo, sonriendo con malicia—. Ya tengo nuestros disfraces.

—Yo no me disfrazo —musita Bella, sacudiendo la cabeza.

—Yo tampoco —advierte Haeden, apartando la vista del libro que estamos viendo en Literatura.

—No pregunté —Athan contradice con elocuencia—. No aceptaré ninguna negativa, incluso Leah ya aceptó disfrazarse. Esta tradición humana me gusta mucho, así que, lo haremos.

Chasqueo la lengua, frunciendo el ceño. Inclino la cabeza hacia Bastian para que diga algo, pero él solo se encoge de hombros. Típico de los gemelos.

—El domingo les llevaré sus disfraces —avisa Athan, lanzándome un beso al aire cuando salgo de su auto, al llegar a casa.

Dejamos a Bella en su trabajo antes de que me dejen a mí. Sacudo la mano hacia los chicos, asintiendo ligeramente a la afirmación de Athan. Como es viernes, adelanto todos mis deberes para tener más tiempo libre los días siguientes.

He de esperarse que recibo la llamada diaria que Jasper me prometió.

—Hoy no tuve un día tan interesante —le cuento, acostándome sobre mi cama. Sí, hice que conecten otro teléfono a mi habitación con mis ahorros—. A menos que cuente mi ataque de asma.

—Lo dices como si fuera algo normal, Ann —me regaña

—Lo es —bromeo, pero escucho un suspiro de lamento—. Como sea, ¿cómo estás tú?

—Tan bien como se espera.

—¿Ya estás leyendo La Rosa de Francia? —indago con curiosidad.

Él suelta una risita nerviosa. ¡Sabía que se pondría así!

—Es... fuerte.

—Te dije que el primero era más ligero.

—No lo dijiste en ese sentido, Ann —me causa mucha gracia que a estas alturas de su eterna vida se pueda sorprender con las escenas de un libro erótico—. No te burles. Lo terminaré..., a mi ritmo.

—Ajá, como digas —me sigo burlando de él—. Hasta donde vas, ¿has visto alguna escena que te guste?

—Me gusta que no trate mal a la muchacha por ser una cortesana. —Él ríe un poco—. Lo heredó de sus padres, ¿no?

—¡Te diste cuenta!

—Fue un poco evidente, en especial cuando hace la primera mención a la rosa, herencia de su madre.

𝗦𝗞𝗬𝗟𝗘𝗥: 𝗦𝗲𝗰𝗿𝗲𝘁𝗼𝘀 𝗱𝗲𝗹 𝗠𝗮𝗿.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora