38.

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Capítulo 38: Escapando de los deberes.

SKYLER.

El movimiento que percibo sobre mi piel es suave y lento, desciende de mis labios a mi cuello de una forma tortuosa para mí. Quisiera poder decirle que siga más abajo, que no me molesta. No sé por qué permanezco en silencio, pero quizás es porque así disfruto más.

Su mano aprieta mi muslo interno, acción que me hace jadear y abrir mis piernas con lentitud para darle mayor acceso. El sentir sus dedos fríos deslizándose por mis caderas, me eleva al cielo; los desliza por mi cintura, debajo de mi camiseta, provocando un escalofrío que se extiende por mi cuerpo.

Sus besos no cesan, siguen hasta mi clavícula; me incita a alzar mi pelvis en busca de contacto. Necesito sentirlo, que su piel fría haga efecto sobre la mía.

—No te desesperes, bonita —susurra en mi oreja, dejando un beso cerca de ahí, justo debajo, en la zona más sensible que tengo.

A penas soy consciente del movimiento de mis manos, que se deslizan por su abdomen. ¡Mierda, se siente tan bien! Me estremezco debajo de él cuando su mano envuelve uno de mis pechos, cuidando su fuerza para dejar la caricia más sutil y delicada. Aquel acto me hace arquear mi espalda sintiéndome tan débil ante su toque.

—Quieres más, ¿hm?

Sólo puedo asentir en respuesta, usando mis incisivos para mordisquear mi labio inferior.

La luz ilumina un poco sus rizos rubios cuando se inclina hacia abajo, acercando su rostro a mi pecho. No tardo mucho en sentir su lengua lamiendo mi pezón y, cuando sus labios succionan la punta, no puedo soportarlo más. Subo una de mis manos a sus cabellos mieles, puedo ver una sonrisa de costado mientras me mira con sus orbes dorados.

Quiero más, necesito más de él.

—¿Esto te gusta?

Jadeo sintiendo esa necesidad dentro de mí, como un calor que se expande por cada célula, por la humedad que se acumula entre mis piernas. Necesito que esto vaya más lejos.

La textura de sus dedos palpando la piel de mis muslos se siente jodidamente bien, es una sensación fría que hace que los calores se intensifiquen como un incendio en medio del desierto más caluroso. Nadie más que él puede hacerme sentir así de bien.

—Jazz...

Cierro mis ojos en el momento que la frialdad de su tacto llega a mi centro y emito el gemido más impuro, abriendo los ojos...

El horror me inunda, me siento de golpe en mi cama, apretando mis muslos al percibir el calor que sigue extendiéndose por mi cuerpo. Parpadeo incrédula, sintiendo la poca iluminación que logra pasar a través de las cortinas. Estoy en el palacio, del otro lado del tratado, donde él no puede visitarme.

Mierda.

Vuelvo a acostarme, cubriendo mi rostro caliente y, es evidente, ruborizado, con mis manos.

Lo odio.

No es el primer sueño que tengo, pero cada vez se vuelven más explícitos. Es inevitable no fantasear con cada sueño después. Me convenzo de que son sus besos los culpables de mis pensamientos pecaminosos; no me quejo, pero necesito que todo ese cúmulo de deseo sea liberado.

𝗦𝗞𝗬𝗟𝗘𝗥: 𝗦𝗲𝗰𝗿𝗲𝘁𝗼𝘀 𝗱𝗲𝗹 𝗠𝗮𝗿.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora