29.

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Capítulo 29: Aprender es sentir dolor.

ATHAN.

No encontraba salida alguna, no había una forma de escapar y proteger a mis hermanos. Los sollozos de Dipsi no me dejaban concentrar. Para mi suerte, la pequeña Lynn seguía dormida, ignorando el peligro que nos acechaba. Nos rodeaban montañas llenas de nieve y en el inicio de estas había un denso bosque lleno de pinos altos. Supe que debíamos escondernos ahí, entre tantos troncos, que sería imposible que nos notaran desde la distancia. Teníamos que ser rápidos para que no nos alcanzaran.

Madre había prometido darnos el alcance junto a la tía Nerea y su protectora Asherah, la hermana de Dipsi. Solo debía ponernos a salvo, esa era mi única mi misión como su hijo mayor.

Moví la cabeza, buscando algo...

—Al tronco —indiqué, haciéndoles una seña veloz—. Rápido, vamos.

Bastian tiró de la mano de Dipsi. Los tres corrimos hasta el tronco hueco y mi mente trazó un plan para llegar con prontitud a la base de las montañas.

Bazz, ve adelante —ordené, acercándome a Dipsi—. Hey, Dip, tienes que respirar, ¿de acuerdo?

Mi amiga asintió temblorosa.

—Ahora debes llevar a Lynn. —Dipsi tragó saliva, nerviosa, pero recibió a mi hermana en brazos sin ponerme trabas—. Vas detrás de Bazz, ¿sí?

Posicioné el tronco para que se deslizara con sencillez a través de la nieve. Inhalé aire para concentrar mi fuerza y empujé, subiéndome en el último segundo al amplio trozo de madera. El viento helado golpeó mi rostro como si fueran miles de agujas de hielo clavándose en mi piel.

Dipsi protegió a mi hermana y Bastian observó nuestro recorrido, alertándonos sobre los posibles peligros o lo mal que íbamos a terminar si no frenábamos a tiempo. Di varias órdenes para mover el tronco a los lados cuando mi vista logró captar grandes deformaciones en la montaña que no estaban cubiertas por nieve. El grito de una arpía sobrevolando el cielo diurno, me sobresaltó y provocó que Dipsi soltara un grito de terror.

Rápido, rápido, rápido, rápido.

Detenernos sería un poco difícil, lo sabía, pero esta era mi única forma. Me prometí que no fallaría como hermano mayor. No lo haría. Me acomodé, listo para salir del tronco y forzar su detención.

—Sujétense —ordené—, y bajen las cabezas.

La arpía nos había notado para ese punto. Su vuelo comenzó a descender hacia nosotros. Usé mis piernas para que la nieve me sirviera como freno, tuve que clavarlos con fuerza y esa presión sí hizo que mis músculos dolieran.

Y, cuando estuvimos en la base de la montaña, se convirtió en una carrera por nuestras vidas. Dipsi me entregó a mi hermana y tuve que sujetarla con fuerza, pegarla a mi pecho para que estuviera portegida. El bosque de pinos nos acogió con su sombra, la arpía quedó atrás y no dejamos de correr.

Le pedí a los dioses un escondite que fuera suficiente para poner a salvo a mi hermana recién nacida.

El grito de esa bestia traidora volvió a resonar cerca a nosotros. No, no, no... Nadie tocaría a mi familia mientras yo estuviera con vida.

—Athan, un árbol hueco —me indicó Bastian.

Empujé a Dipsi al árbol y le volví a confiar a mi hermana. Ella me miró con pánico cuando retrocedí, haciéndole una seña a mi gemelo para que permaneciera con ellas. Empuñé mi daga, caminando hacia la dirección de donde provenían los gritos de la arpía.

𝗦𝗞𝗬𝗟𝗘𝗥: 𝗦𝗲𝗰𝗿𝗲𝘁𝗼𝘀 𝗱𝗲𝗹 𝗠𝗮𝗿.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora