06.

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SKYLER.

—Paul, soy yo..., de nuevo, sí. Sólo dime si estás bien, por favor. Tal vez estés en la escuela. Te veo luego. Besos salados —bromeo antes de colgar.

Entro a la cafetería, esquivando a los chicos que se me acercan con... flores. Mierda. ¿Por qué no entienden que no quiero nada con nadie? ¿Por qué hay personas tercas en el mundo?

Si digo que tengo novio, ¿me dejarán en paz?

—Skyler. —Me sobresalto cuando Jasper se coloca a mi lado, con dos bandejas en las manos. Ambas llevan comida vegetariana.

—Hola, Jasper.

—Para ti —indica, sonriendo amable. Le devuelvo la sonrisa—. Mi padre me comentó que toleras a perfección el sodio.

Me río en un tono bajo, casi inaudible. —Sí, me gusta la sal. Mucho. —Tomo una de las bandejas para quitarle un poco de peso—. Me sorprende no tener problemas cardíacos.

Aunque a veces el pecho me bombea con mucha rapidez. Bueno, eso sucede cuando me pongo nerviosa, como ahora, o por el asma

Mierda.

Los nervios me dan hambre y tengo antojos. Quisiera una pizza de albahaca con masa de trigo. Me provocan aceitunas.

Oh, quiero comer esos panecillos de Kiwicha que una vez me dio Paul. Recuerdo que tenían chocolate amargo dentro y algunas nueces. ¿Dónde lo habría comprado? ¿Y ese yogur que tenía semillas de chía?

Él es un gran chico y en verdad es adorable cuando se preocupa por mí y mi dieta.

¿Estará bien?

Un sentimiento de preocupación me invade, pero se disipa casi al instante y es reemplazado por calma.

—¿Estás bien, Skyler? —me pregunta Jasper.

—Sí, no te preocupes.

Me siento a comer pensando en Paul y su enfermedad. Debe tener algo malo para no responder mis mensajes de voz.

—Malfoy. —Gruño con el apodo que Haeden tiene para mí—. ¿Quién era el chico de ayer?

Aprieto los labios, incómoda. —No te importa, Potter. —Como mis papas fritas, decida a ignorar sus futuras preguntas.

—Parecía alguien muy cercano, ¿no? ¿Algún novio, tal vez? —inquiere con tono burlón—. Yo digo que ya puedes abrir los ojos.

Siento que lo último no va dirigido a mí, pero lo tomo como si fuera así.

—¿A qué te refieres, eh? —Me cruzo de brazos, mirándolo con molestia.

—No te importa, Malfoy.

—Vete al infierno, Potter.

—Te veo todos los días, es como si estuviese ahí —sisea con furia, mirándome mal.

Entrecierro los ojos. —Guarda tu cara de culo —amenazo, mostrándole mi mano en forma de puño—, o verás...

Él titubea. —Atrévete, imitación barata de Jace Wayland.

Abro la boca con una mezcla de asombro e irritación. —¿Qué insinúas?

—Si el tinte te queda...

—¡Soy rubia natural, idiota!

—Se te ven las raíces.

Emito un gruñido. —Tú eres... ¡la imitación barata de Peter Pevensie! —Sonrío victoriosa al ver su expresión.

𝗦𝗞𝗬𝗟𝗘𝗥: 𝗦𝗲𝗰𝗿𝗲𝘁𝗼𝘀 𝗱𝗲𝗹 𝗠𝗮𝗿.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora