26.

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Capítulo 26: Un peligro y una cita.

SKYLER.

Aparco mi motocicleta al lado del Porsche de los gemelos. Frunzo el ceño al ver que han talado unos cuantos árboles, ya que veo varios troncos apilados a un lado.

—¿Qué están haciendo? —pregunto en cuanto me acerco a la entrada del palacio y noto que están colocando madera gruesa alrededor de la casa para formar un cerco. Es tan alto como el primer piso—. ¿Ocurrió algo malo?

—No —Bastian me sonríe amablemente, dejando de golpear un clavo con el martillo—, no, aún no.

Athan tiene el rostro contraído con enojo, no me dice nada y creo que es porque no quiere descargar toda esa ira en mí. Está ubicando más de esa madera gruesa que tiene que unir Bastian. Haeden está cortando más madera en completo silencio y no parece querer decir algo.

—Bueno, ¿en qué ayudo? —Los tres me miran de golpe, escaneando toda mi figura y terminando en la jaula de Lady Fisgona, que sujeto con mi zurda—. ¿Qué? Ella también quiere ayudar.

—¿Le pusiste un moño? —inquiere Athan  frunciendo el ceño.

—Sí, le gusta el celeste y, además, combina conmigo. —Alzo la jaula al nivel de mi rostro, sonriendo con autosuficiencia ante el resultado de la coleta que le hice a Fisgona—. De tal madre, tal cobaya.

Bastian suelta una carcajada sin poder evitar caer ante mi encanto matutino. Los otros dos amargados también se ríen. Athan me saluda dejando un beso en mi mejilla antes de pedirme que entre al palacio, mientras Bastian me pregunta si tuve problemas al venir. Por último, me dicen que los espere en el salón donde esa la mesa y que me ponga cómoda. Algunas zonas de la casa han adquirido más decoración, un claro ejemplo es el lugar donde debo esperarlos; los chicos se han encargado de ubicar cómodos sillones cercanos a la sala, más que todo para que parezca un centro recreativo. Alrededor de la mesa hay varias sillas, pero una en especial, es más grande que las demás.

Me acomodo en uno de los sillones, sacando a Lady Fisgona y acaricio su cabecita con la yema de mi índice. Me levanto con mi cobaya en mano, mirando el mapa. Hay algunas banderas que han cambiado de lugar, otras han sido retiradas y añadieron nuevos; me pregunto en qué nivel de su juego están. Suelto un suspiro al ver a los chicos entrando a la sala y sonrío cuando noto la suciedad de sus manos.

—¿Por qué el cerco? —inquiero curiosa. Es extraño, pero a la vez comprensible, ya que cualquiera que ronde por el bosque podría entrar sin permiso.

Pese a mi pregunta, no recibo una respuesta relacionada a ella.

—Hoy vamos a hablarte de los peligros de este bosque, Lynae —me informa Athan, sentándose al lado de aquella silla más grande, que luce como un trono o lo que sea.

—¿Peligros? —me confundo, pero presto atención. Mi ceño se frunce y entrecierro mis ojos con mucha duda.

Si me hubiese sabido, hace meses, que tendría está charla con dos amigos que hice, diría que esos peligros hacen alusión a los Cullen. Sin embargo, no creo que se trate de ellos, aunque quizás sí de otros vampiros.

—¿Recuerdas que te conté que los Cullen hicieron un trato con alguien del lado de la Reserva? —cuestiona Haeden, sentándose frente al trono, del otro lado de la mesa—. Bueno, no son un peligro para los humanos.

𝗦𝗞𝗬𝗟𝗘𝗥: 𝗦𝗲𝗰𝗿𝗲𝘁𝗼𝘀 𝗱𝗲𝗹 𝗠𝗮𝗿.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora