Halle estuvo solo unos días más en la enfermería, ni la wicca que la atendía pretendía hablarle mucho, más sin embargo el elfo de la Srta. Pein, Lasser, se hizo muy amigo de Halle y Darl, pasaban el tiempo charlando.
Lasser era un elfo de más de ciento cincuenta años, el pequeño Lasser poseía sabiduría y entendimiento, Halle supo en ese momento que en verdad Darl era muy pequeño y debía cuidar de él pese a todo.
- ¿Así que Elfland fue destruido? - Lasser preguntó con pena a Halle quien solo asintió.
- No sabemos exactamente que ocurrió, pero Darl dijo algo aquella noche que supimos sobre la destrucción de Elfland - Lasser le miró con sus imponentes ojos azules.
- ¿Que dijo el príncipe? - Halle aún no se acostumbraba a la idea de que su Darl fuera también un príncipe.
- Asesina - Halle recordó el rostro de Aime y un pequeño estremecimiento se apodero de ella <<¿Qué sucedió con ella la noche del baile?>> se preguntaba constantemente en esos días.
- ¿A quién se dirigió de esa forma? - Lasser era insistente.
- Aime Alger - Dijo finalmente Halle. Lasser solo bajo la mirada y tomo aire profundamente.
- Cuando un elfo de la verdad hace tal afirmación es porque está diciendo la verdad.
- Eso quiere decir...
- La Srta. Alger fue quien destruyo la tierra más basta y hermosa de todo el mundo mágico.
Halle se quedo un momento en silencio tratando de digerir la información que Lasser solo le había confirmado.
- Una wicca por más malvada que resultará ser, jamás dañaría el lugar donde los seres que más ama viven y menos sabiendo que había un nuevo heredero al trono de Elfland, que casualmente pertenece a la única heredera viva del clan que reinaba el mundo mágico desde siglos atrás.
La respiración de Halle se comenzó a acelerar con demasiado notoriedad tanto para Lasse como Darl.
- ¿Como lo supiste? - Halle confiaba en Lasser, pero no quería que él también se alejara de ella solo por su ascendencia maldita.
- Conocí a tu madre cuando tenía tu misma edad - Lasser sonrió con tristeza - Eres idéntica a ella, salvo el cabello y los ojos, pero su alma era buena, Emil era una chica hermosa por dentro y fuera...
- Pero...
- No creas todo lo que dicen las malas lenguas, muchas de esos magos, brujas y hadas, ni siquiera conocieron a Emil.
Halle se quedó un momento pensativa y de nuevo recordó cuando estaba a punto de perder el control, una voz desconocida le había hecho entrar en razón ¿Acaso...