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—¡No quiero verte, fuera de mi vista escoria de mierda!
Me sacó a golpes del departamento, dejándome caer de nalgas sobre el frío suelo mientras me lanzaba mis libretas y libros totalmente molesta.
Cierra la puerta de golpe y escucho como pone el seguro para evitar que yo trate entrar. Me limitó a juntar todo mi material sin decir nada.
Había tenido un día fatal en la universidad mientras recibía miradas desagradables de todos, y cuando le dije a mi madre que no me habían pagado esta semana en mi trabajo, todo empeoró.
Guarde todas mis cosas en mi mochila evitando maltratar aún más mi material, escuche pasos acercarse. Alce mi vista para ver al señor Fushiguro fumando un cigarro mientras con su otra mano sostenía una bolsa con latas de cerveza.
Me mira de reojo.
— Parece que tu vieja otra vez se puso loca.— Dijo entre risas mientras le daba una calada a su cigarro.
— N...No se puso loca, sólo está enojada. — Respondí avergonzada mientras abrazaba mi mochila.
— Es la misma mierda.— Se carcajea para luego acercarse a la puerta de su casa.
Le veo abrir la cerradura para luego mirarme.
— Tienes mierdas que hacer, ¿No? Puedes hacerlas aquí.— Me dice con una sonrisa.
Le sonrió ampliamente para luego ponerme de pie rápidamente para entrar a su departamento. La puerta se cierra a nuestras espaldas.
Le veo a él caminar hasta el refrigerador para guardar latas de cerveza dentro, mientras que yo me acercaba a su comedor para sacar mis libros y demás.
— ¡L.. Le preparé algo rico de comer!— Dije sonriente mientras sacaba de mi mochila una pluma.
— Me da igual si lo haces o no, sólo no hagas ruido.
Yo asiento con la cabeza felizmente para luego comenzar a hacer mi tarea con máxima concentración.
Llevaba horas en la casa del señor Fushiguro y en todo el rato él se la había pasado en la sala viendo la televisión mientras bebía.
Me daba cierta curiosidad saber de él, era un hombre imponente y que atemorizaba a todos los vecinos, había muchos rumores de él, pero yo no me dejaba guíar por tales rumores.
Después de todo, también yo tenía los míos que mayormente eran falsos.
— Señor Fushiguro, ¿Por qué jamás tiene comida en la alacena?.— Pregunté tímidamente.
— Siempre cómo afuera.— Dice sin mirarme mientra le daba un sorbo a su cerveza.— Siempre hay perras con dinero que si le das un buen sexo, te pagan.
Me asombre ligeramente por sus palabras, le miré y el sonría tranquilamente después de decir aquello.
— Y.. Ya veo.— Hable tímidamente mientras volvía la vista a mi libro.— ¿Entonces usted es prostituto?
Escuchó una carcajada de su parte para luego sentir su potente mirada en mí, sentí mis mejillas rojas arrepintiendome de lo que dije.
— Sólo porque tenga sexo y me paguen no quiere decir que sea prostituto.— Responde entre risas.— Aunque no entiendo porque tu interés, ¿Piensas pagarme por sexo?
— ¡C.. Claro que no!.— Respondí totalmente roja.— Además no es como si tuviera dinero.— Susurre e infle mis mejillas.
Seguí haciendo mi tarea tranquilamente mientras pensaba aquello qué él me había dicho.
Decidí no darle muchas vueltas y me concentre en terminar mi tarea en la que duré 2 horas haciéndola.
Al culminar me puse de pie dispuesta a ir a la cocina para sacar un par de cazuelas, mientras pensaba que le prepararía.
La cocina no era mi fuerte.
— No necesitas cocinar nada.— Susurra a mis espaldas, su calida respiración se siente en mi cuello.— En realidad ya comí, en un restaurante prestigioso de Tokyo.
Yo me gire sobre mis talones para verlo, él era terriblemente más alto que yo, le calculaba que era 20cm más alto.
Sólo mordí mis mejillas mientras jugaba con mis dedos. No me gustaba deberle nada a nadie.
— Parece que estudiar te hizo mierda, ¿Quieres una cerveza?
— Y.. Yo....Sí, por favor.
— Pues agarrala del refrigerador.
Yo asiento con la cabeza para luego caminar hasta el refrigerador y tomar en manos una lata de cerveza. No era como si me gustará beber o tuviese un problema con la bebida, pero realmente, quería olvidar un par de cosas por un instante.
Camino hasta el hombre que se había vuelto a sentar en el sofá para ver el televisor, veía una serie de crímenes. Le extiendo mi lata de cerveza.
— ¿Puede abrirla?
Él ríe para luego abrirla sin dificultad y mientras lo hacía, yo miraba sus músculos tensarse.
¿Irá al gimnasio?
Me entrega la lata y yo le doy un leve sorbo, mientras veía el televisor de pie a su lado.
— Puedes sentarte, niña. No muerdo.— Dice entre risas, yo le miró. — A menos que quieras.
— S..Sólo me sentaré.
Tomé asiento a su lado para comenzar a ver la televisión con él mientras ambos bebiamos tranquilamente.
Era extraño, me sentía tranquila a su lado, por al menos una vez en todo el día me sentía en calma, y me gustaba bastante.
— Si yo fuese ese bastardo, hubiese matado al maldito en ácido.— Dice entre risas mientras le daba un sorbo a su cerveza.
Yo solamente sonreí levemente, no sabía si era el alcohol que ya se me estaba subiendo cuando sin pensarlo, recargue mi cabeza en su hombro.
Cerré mis ojos, sin miedo ni nada, sólo tranquilidad.
