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Quiero ser tuyo.
Déjame ser tuyo.
Seré tuyo.
Soy tuyo.
Destrozame.
Ámame.
Quiéreme.
Saboreame.
Tocame.
Besame.
Abrazame
Jules.
Jules.
Jules.
Jules.
— Jules.
Su nombre sale de mis labios, como si fuese una secuencia de letras con el suficiente poder para hacerme temblar, incluso sus ojos sobre los míos me hacen contener la respiración por un milisegundo, mírame a mí, sólo mírame a mi, jamás te canses de elegirme.
— Uhm, hola cariño.— Me sonríe exhausta.
Sus ojos cansados reflejan la luz de la lámpara qué está sobre su escritorio qué está repleto de libros, plumones y útiles escolares. Dejé una taza de café sobre su escritorio mientras colocaba mi mano sobre su cabeza cuando ella envolvió sus brazos en mi cadera para abrazarme aún cuando yo estaba de pie y ella sentada.
— Gracias por el café. Planeaba bajar en unos minutos por uno. — Sus pestañas revolotean al verme. — ¿Qué haces despierto? Es la 1am.
Le sonreí.
— No puedo dormir al saber que no estás en nuestra cama.
Jules suelta una risa aún cuando sus mejillas de tiñen de un tenue rojo que no pasa desapercibido por mí. Tomé asiento en la orilla de su cama mientras miraba como ella intentaba seguir estudiando para sus exámenes. Mis ojos se desvían a sus manos, ¿Diamantes? ¿Zafiro? ¿Esmeraldas? ¿Qué tipo de anillo es digno de ti? ¿Cómo debe ser el anillo qué colocaré en tu mano cuando me case contigo?.
— ¡Solo dame 30 minutos más! Quiero sentirme totalmente segura para mi examen.— Jules exclama con una sonrisa.— Uh, no te quejes, tú quisiste salir con una universitaria.
