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Quiero vomitar. Quiero quitarme está sensación. Quiero irme a casa.
Con mis manos en el retrete y sintiendo mi cabeza dar vueltas, trataba de generarme el vómito.
Estaba de rodillas frente allí, sola. Ahogandome en tantos sentimientos y sintiéndome tan sucia y lastimada.
Él se había ido, todo había terminado y él estaba tan tranquilo al acabar, mientras que yo trataba de evitar recaer, no quiero volver a caer en ese limbo.
¿Por qué yo? Tal vez todo esto es mi culpa. Si no me hubiese metido con él. Si hubiese sido más lista.
— Ahorita que regresé, los humillare a todos en la pista de baile.
La música resuena en mis oídos después de que abren la puerta del baño, giró mi cabeza para ver a un chico riendo mientras cerraba la puerta a sus espaldas.
Miré temerosa al chico. No me lastimes, por favor, no más.
Él chico se quita sus anteojos oscuros dejando ver sus ojos azulados, veo como frunce el ceño para luego darse media vuelta.
— Oh, la pequeña Jules. ¡Hey!.— Eleva su mano en forma de saluda mientras estaba a espaldas.— Sé que a las mujeres no les gusta que las vean vomitar después de ponerse ebrias.— Ríe levemente.— ¿Quieres que te traiga algo?
Miraba su cabello albino y entonces lo recordé; Satoru, el hermano de Fuyumi.
— N...¡No te vayas!.— Exclame temblorosamente.
Tenía miedo que Sukuna volviera, que intentará tocarme, que me obligará a hacer otra cosa. Todas las personas eran mejor que él.
Veo como él se gira sobre sus talones para verme, yo mordía mis labios mientras intentaba evitar llorar. No quería que nadie se enterará de lo que me había pasado.
— Oye, dulzura, te vez mal.— Se acerca a mí mientras se agachaba y me miraba. — ¿Qué te pasa? No pareces estar ebria.
Temblaba. Abrazaba mi cuerpo mientras trataba de componer mi respiración, me siento tan sucia, tan despreciable, tan horrible.
— Q.. Quiero irme de aquí.— Murmure mientras bajaba la vista.— Quiero ir a casa.
Caigo en llanto, no pude evitar no hacerlo. Oculté mi rostro con mis manos.
