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Él seguía detrás de mí, con sus grandes y fuertes manos en mis caderas mientras su respiración se sentía en mi cuello.
Yo seguía sin saber que decir, sólo sentía mi corazón latir con fuerza, como nunca había sentido.
— Sigo esperando, pequeña.
— Y... Yo.
Entonces sus manos sueltan mi cadera para luego, de forma ligeramente brusca pero sin herirme, se colocan en mis muñecas y me recarga con algo de fuerza en su estantería de libros.
Algunos caen pero él decide ignorarlo. Una de sus piernas se coloca entre las mías haciéndome soltar un leve suspiro.
Yo baje mi vista evitando verlo, sabía cuán roja seguro estaría y realmente estaba avergonzada.
— ¿No diras nada, Jules? ¿O prefieres que yo lo diga? — Su tono sonaba más grave de lo usual, tan masculino.
Podía oler su perfume y sentía la calidez de su cuerpo. Él era tan imponente al lado mío.
— S... Señor Fushiguro.— Mi voz temblaba. Alce mi vista para verlo.
Poseía una amplia sonrisa, una sonrisa que no había visto ante. Era una sonrisa torcida y coqueta, sus ojos se veían más oscuros de lo usual y poseía algunas gotas de sudor en su pecho.
Su pierna que estaba entre las mías, se flexión levemente, rozando su rodilla en mi feminidad. Temble ante aquella sensación.
Recargue mi cabeza en su pecho mientras solté un leve suspiro, llevé mis manos a su camiseta jalandolo haciendo que se agachara a mi altura.
Pose mis labios sobre los suyos con mucha vergüenza, pero realmente no me arrepentía. Sentí como el sonría mientras yo lo besaba.
