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En mis oídos resonaba la música de aquel lujoso local al que habíamos ido después de salir de la universidad. Caminaba con la vista baja mientras mis manos estaban en los bolsillo de mi pantalón.
Miraba con poca emoción todos los vestidos que habían en los maniquíes, sin embargo Fuyumi recorría los pasillos totalmente emocionada mientras me contaba sobre que quería comprar uno para una fiesta familiar que habría en su casa.
Me alegraba verla feliz.
Ya habían pasado un par de días desde que Sukuna había llegado con su padre al departamento. Y desde ese día, había cambiado mi rutina, para evitar encontrarmelo.
Había extendido mis horas laborales en el bar, ahora me pagaban más pero dormía menos. Llegaba a casa en la mañana, cuando Sukuna y su padre se iban a su "trabajo", me arreglaba para irme a la universidad y al salir, dormía un par de horas para repetir toda la rutina.
— ¿Qué te parece esté vestido? ¿Crees que me miraría mal?.
La voz de Fuyumi me saca de mis pensamientos para alzar la vista para verla mostrándome un vestido largo color azul cielo.
— Es lindo.— Le dedique una tímida sonrisa mientras caminaba hasta ella.
Todo mi cuerpo se sentía cansado y todos los días me sentía abrumada, abrumada de tan sólo pensar que Sukuna pudiese intentar algo.
Fuyumi asiente con la cabeza mientras sus ojos quedaron fijos en mí por unos instantes para luego seguir viendo los vestidos.
— Oye, cariño. Sabes que puedes contarme lo que sea, ¿No?.
Estaba a su lado mientras la veía tomar en manos aquel vestido azul claro. Sentí un nudo en mi garganta cuando dijo eso.
