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El olor a café inundaban mis fosas nasales a la par que olía aquel aroma a pan recién salido del horno. Estaba en una cafetería que estaba en cierta plaza que quedaba cerca de universidad. Habíamos tenido una hora libre y aproveche la oportunidad.
Bebía una taza de café que había resultado ser lo más barato que había podido pedir, llevaba varios minutos esperando. Mire impaciente la pantalla de mi celular para ver que ya casi era hora de regresarme a la escuela.
Y él aún no llegaba.
Trataba de no estar impaciente, pero sentía mis manos sudar y mis piernas flaquear mientras seguía en aquel asiento.
En mi mente divagaban varias cosas, una vez que hiciera aquello, ¿Qué pasaría? ¿Qué haría?
Comencé a rascar mi brazo mientras suspiraba y trataba de calmarme. Estaba ansiosa y recuerdos más amargos que el café inundaron en mí.
Un nudo en mi garganta se hizo presente recordando como la multitud me señalaba mientras reían cuando me veían pasar, del como todos miraban las pantallas de sus celulares mientras susurraban lo horrible que era.
Aunque jamás discutí. Merecía aquello.
— Oye. ¿Qué quieres?
Veo a aquel chico parado frente a mí mirándome totalmente serio e irritado. Realmente no lograba entenderlo, ¿Por qué? ¿Por qué me aferre tanto a ti? ¿Por qué decías quererme?
Veo como él toma asiento frente a mí para verme vacilante.
¿Por qué estoy temblando? ¿Por qué no puedo hablar? Es tan simple. ¿Por qué dudo tanto?
— M.. Math.— Mi garganta se sentía tan seca mientras miraba como prendía su celular y miraba la pantalla.
— ¿Ajá? Espero que sea importante porque tengo cosa más importantes que tú.
