No estoy muerta, sigo viva. Hello. Antes que nada una disculpa por tardar en actualizar pero, ¡Aquí está la actualización y lo mejor de todo, es doble! Si no dejan su estrellita y comentario, bai. En fin, espero que les guste.
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Labios rotos. Inocencia perdida. Naufrago en mareas caóticas.
Toji Fushiguro siempre fue un amante de la lectura, cuando era pequeño leyó una teoría; "el efecto mariposa"; decía que algo tan insignificante como el aleteo de una mariposa podía ocasionar el caos del otro lado del mundo.
Creía que el pestañeo de aquellos ojos azules; eran el inicio de un caos tan maravilloso; quería quedarse a su lado.
Y otras veces quería huir.
— ¡P... Por favor, detente!.
Toji tensaba su mandíbula mientras tomaba sus muñecas evitando exceder la cantidad de fuerza que estaba usando, para evitar lastimarla. Mechones de su cabello cubrían sus ojos mientras de manera desesperada trataba de mantenerla quieta.
— ¡D... Duele!... Por favor sacalo.
Veía como ella se sacudía con fuerza en aquella cama, aún manteniendo sus ojos cerrados y derramando lágrimas. Podía sentir náuseas de verla de esa forma, tan rota.
— J.. Jules, es una pesadilla.— Susurra queriendo que ella despertará.
Hay recuerdos que intenta olvidar, hay sucesos que desea que jamás hayan ocurrido, y justamente si ahora tuviese una vela justo frente ella, la soplaría y solamente pediría una cosa "Amnesia". Queriendo olvidarlo todo, incluso ella misma para poder alcanzar una calma.
Abre sus ojos y entre lágrimas puede percibir una figura masculina sobre ella. La luz entra por la ventana y puede ver que se trata de él.
Respira agitadamente y alza su mano en su dirección, la yema de sus dedos tocan la cicatriz que hay sobre sus labios.
"Los recuerdos de los que nunca podré escapar. Las manos que aún siguen en mi piel. Y tus labios diciéndome que todo estará bien."
—Ese idiota ya no está contigo..— Toji suelta las muñecas de Jules y solamente se aleja de ella para evitar asustarla.
— Ahora tu estás conmigo.— Murmuró mientras giraba su cabeza para ver al azabache.
Él ya había salido a correr como cada mañana, se había duchado e incluso estaba preparando el desayuno cuando los gritos de Jules le asustaron, haciendo que corriera hasta ella.
