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Toji, hazme recordar. Lo he olvidado.
En un profundo suspiro que suplico que sea el último. En gritos en silencio que se callan entre besos que no deseo. En el roce con un cuerpo que aborrezco.
Solamente mordiendo mis labios con fuerza y escuchando el rechinido constante de la cama. Con una mano sobre mi cuello, deseando que haga la suficiente fuerza para arrancarme la vida.
Siento sus labios sobre los míos; besándome de forma descuidada e incluso mordiendo mi labio inferior mientras me sonríe.
Cállate. No hagas ruido.
Entre más lo intento, menos puedo contener los ruidos que salen de mis labios. No tengo fuerza, y aún así mis manos están sobre sus hombros, deseando que él lo entienda, que no puedo más.
No es como si a él le importe.
Una de sus manos me toma del mentón y hace que gire mi cabeza hacia mí costado. Quiero cerrar mis ojos con fuerza.
Toji. Duele.
— Deja que él te vea.— Ríe con sinismo. Sacudo mi cabeza en forma de negación.
Lo único que obtengo al negarme es el sentir de forma más brusca como me desgarra por dentro. Un llanto ahogado que intento callar y ocultar, aprieto mis puños con fuerza tratando de contenerlo.
— Obedeceme, cachorrita.— Escupe en mi rostro. Sus palabras son tan toscas.
Estoy temblando y llorando. Queriendo que justo ahora el tiempo pasará rápido, para que esto terminará, sabiendo que mañana y al día siguiente y hasta que él se cansara, todo terminaría.
— Miralo.
Abrí mis ojos levemente para ver a Toji dormir justo al lado de nosotros, totalmente sedado e inconsciente. Lloró con fuerza.
— Piensa que soy él. Te gusta ser una puta para él, ¿No es así?.
Sólo quiero que pare.
Cierro mis ojos y solamente trato de convencerme que estoy en un lugar silencioso, alejado de todo; sólo árboles me rodean y puedo gritar todo lo que quiera y necesite. Sólo los pájaros me oirán y cantarán, no preguntaran y solamente estarán allí.
