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Había distintos hombre ebrios en aquel bar, yo limpiaba las mesas vacías mientras veía a todos los hombres hacer alboroto. No era agradable, a cada instante me manoseaban y sólo me limitaba a ignorarlos.
Necesitaba el dinero y el empleo.
Con una temblosa sonrisa trabajaba, ignorando todos los piropos que me lanzaban y los roces.
Las horas iban pasando, y al menos me dejaban buena propina, después d etodo lo que me hacían.
Con mis pies adoloridos salí del bar por un pequeño break de 10 minutos que nos daban, mientras estaba allí miré a una compañera que se dedicaba a pool dance mirarme seria mientras me mostraba una cajetilla de cigarros.
— ¿Quieres, Jules?.— Me ofrece mientras fumaba. Yo negué con la cabeza con una leve sonrisa. — Vaya mierda, esos viejos son tan despreciables.
— Lo sé.— Susurre mientras sonreía tristemente.
— Consíguete un esposo millonario para no tener que andar trabajando en éstas mierdas o mejor aún, estudia algo chingon.
Solamente sonreí mientras a sentía con la cabeza. Casarme me generaba un poco de ilusión, verme vestida de blanco caminando al altar mientras un hombre me acompañaría por siempre, me agradaba.
Aunque recordar que mi mamá igual se había casado y terminó en aquellas condiciones, me aterraba.
— Regresen a trabajar, llegaron más clientes.— Nuestro jefe asomo la cabeza por la ventana mientras nos miraba serio.
Solamente suspiramos y regresamos al trabajo. Era una pesadilla, pero era lo que había.
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Podía asegurar que tendría una ampolla en mis tobillos por los tacones negros que llevaba puestos, mis hombros dolían y mi cuerpo estaba exhausto.
Anhelaba llegar a mi cama y recostarme y dormir por horas. Mire mi celular para ver la hora 5am, en 2 horas entraría a la universidad.
Subí las escaleras del edificio para llegar al ultimo piso para observar en la lejanía al alto hombre azabache abriendo la puerta de su departamento.
Parecía recién llegar del trabajo también.
Tenía la ropa ligeramente desgarrada y tenía sangre en el rostro, parecía no ser suya. No dije nada.
Camine hasta la puerta de mi casa para acercar mi mano al pomo de la puerta.
