Capitulo 3

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Me despierto cuando el sol me da en la cara y escucho el rechinido de la puerta de mi habitación. Me siento en la cama para ver quien ha entrado, y cuando por fin logro verlo sin que me moleste la luz, es Santiago. Mi hermano.

-¡Santi!-. Salto de la cama y corro a abrazarlo. -¿Qué heces aquí? ¿Cómo has estado? Santiago tiene 18 años y se fue a Francia a jugar al fútbol. Somos súper unidos y nos contamos todo. Lo extrañaba y no puedo creer que este aquí.

-¡Fani! ¿Cómo que para que vine? ¿O a caso no recuerdas que la semana próxima es tu cumpleaños?

Mi cumpleaños es el 20 de marzo y no puedo creer que se halla hecho un lugar para venir a visitarme. Estoy súper feliz.

-Tienes razón. Pero como ya tuviste tus vacaciones, creí que no te vería hasta que viajemos.

-El club cerró por refacciones y nos permitieron venir a visitar a nuestras familias-. Me explica. -Ahora, son las dos de la tarde, vístete y salgamos a pasear.

-De acuerdo. Pero prométeme que me llevaras a comer. Estoy muriendo de hambre-. Le ruego.

-Por su puesto.

Abro la ventana para sentir la suave brisa del cambio de estación. Se acerca el otoño y ya no esta tan caluroso. A si que me pongo unos jeans negros, una camisa con estampado militar y mis vorcegos favoritos. Agarro una de mis carteras y me pongo corrector en las ojeras y un poco de delineador para no parecer tan demacrada.

Bajo corriendo las escaleras y Santiago está esperándome afuera, junto a mis padres.

-¡Adios! - los saludamos y ellos lo hacen con la mano.

Estamos cerca del centro a si que vamos caminando.

M planto justo frente a una vidriera donde veo un suéter que es de lo mas lindo y tierno que vi. Es negro y tiene un panda dibujado en la parte delantera. Bueno, solo su rostro. Me acerco mas a la vidriera para ver su precio.

-Wow- digo -No tengo tanto dinero. Creo que buscaré uno mas barato.

-No tan rápido- Santiago me frena tomandome de los bomblros -Recuerda que ahora soy mayor de edad y puedo manejar ciertas cosas- dice y yo no entiendo qué es lo que trata de explicarme, hasta que mete la mano en su bolsillo y saca una tarjeta de crédito. Ahora comprendo.

-¿Lo dices en serio?- le preguntó con una enorme sonrisa dibujada en mi rostro.

-Entremos-. Me da vuelta con sus brazos y me pumja hacia dentro del local.

Me pruebo el suéter y el talle es perfecto.

Santi saca la tarjeta y se la entrega a la vendedora. Ella le da la bolsa con el suéter y el me entrega.

-Feliz cumpleaños adelantado- dice y le respondo con una sonrisa.

Salimos del local y vemos un nuevo restaurante justo frente a l tienda, lo que me hace recordar el inmenso hambre que me domina.

-Vamos a almorzar- dice Santi, y avanzamos hacia la puerta para ver el menú.

         "Plato del día: rabas con papas fritas"

-Genial-. Decimos y entramos.

Esa es nuestra comida favorita.

Terminamos de comer y seguimos caminando. Cuando pasamos por una tienda de ropa para chicos, le digo que se elija algo. Quiero hacerle un obsequio; estuvo lejos mucho tiempo y quería darle algo que lo haga recordarme cuando este en Francia otra vez.

Entonces entramos y elije una camisa a cuadros azul y negra. Es muy linda y se esta usando muchísimo. A demás, me encanta como le queda puesta, le resalta los ojos celestes.

Ya son cerca de las siete, entonces decidimos volver a casa.

Cuando llegamos, encontramos los autos de los abuelos y los tíos estacionados obre a vereda, cerca el garage.

Entramos y están todoa sentados en la cocina, hablando. Los saludamos a todos y yo subo a darme una ducha.

Estreno el suéter que me regaló Santi y vuelvo a la cocina, pero esta vacía. Veo que mi madre me hace señas por la ventana para que salga al patio.

Saludo a todos mis primos. Solo están los mas chicos, pero al cabo de unos minutos, llegan los mas grandes. Martina, de 16, Franco de 14 y Valentina, de 20.

Valen nos cuenta que se ira a estudiar a Estado Unidos y esta en medio de la conversación cuando oigo que suena mi celular. Miro la pantalla y  es Peyton. Me voy al patio delantero y respondo.

-Hola ¿Cómo estas?

-Muy bien. ¿Y tú?

-Exelente- le digo, feliz de escuchar otra vez su voz.

-Me alegro por ti. Escúchame, quiero invitarte a la inauguración del nuevo restaurante de mi tío. Es Aquí, en Buenos Aires.

-Me encantaría. ¿Cuando es?

-Es el próximo sábado. Pero necesitaba estar seguro de que irías, mi tío de ofreció a regalarnos la cena a mi y años amigos.

-Eso es genial. ¿Les dijiste a los chicos?

-Si, aceptaron todos. Me alegro de que vallas.

-A mi también me alegra que volvamos a salir juntos. Tengo que contarte algo.

-¿Pasó algo malo? Dime lo que sea.

-¿Qué? No, al contrario. Es muy bueno. Vino mi hermano de Francia. Del que te hablé en la biblioteca ayer, recuerdas?

-Si, si. Claro que lo recuerdo. ¿En serio? Eso es muy bueno.

-¡Fani! Vamos a comer postre ¿Donde te has metido? - nos interrumpe Santi.

-Lo siento Peyton. Es mi hermano, es que estamos comiendo en familia. Creo que tendré que dejarte. Pero mañana hablamos ¿ok?

-Está bien. No hay problema. Hasta mañana. Que descances.

-Hasta mañana. Tu igual.

Cuelgo el celular y vuelvo al patio.

-¿Con quién hablabas?- pregunta mi hermano.

-Nada importante- respondo, mordiéndome el lavio inferior.

-¿Segura? ¿Entonces por qué te alejaste? Si dices que no tenia importancia...

-En serio. Nada-. No se por qué, pero no quería contarle.

-Fani...- me mira con ojos acusadores.

-Luego te cuento, pero dej de mirarme a si.

-Ok. Pero me lo cuentas.

-Ya te he dicho que si. Ahora come el postres y calla-. Le digo bromeando.

Seguimos comiendo, como si la conversación no hubiese existido. Pero no puedo dejar de pensar en Peyton. En sus ojos, su voz, su sonrisa, en como bailamos, ya quiero que sea sábado en la noche.

El chico nuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora