Capítulo 28.

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«Los malo siempre serán malos y jamás dejarán de serlo»

Si tuvieran que describir al villano principal de la historia de Zack y Alec, después del sistema, vendría Mikhal.

Mikhal hizo cosas muy malas, cosas de las que nunca lució como si sintiera remordimiento. Mikhal mintió, traicionó y causó muchos desastres. Quizás, si en algún momento se hubiera detenido y la venda que cegaba sus ojos se hubiera caído, las cosas habrían sido muy diferentes. Y Zack y Alec no hubieran muerto. 

Pero lamentablemente, las cosas no fueron así. 

La primera vez que Thomas comenzó a recordar su vida pasada fue hace dos meses y medio atrás. Él no entendía muy bien de donde venían todos esos sueños y porque siempre se despertaba con el corazón adolorido. No entendía tampoco porque se sentía tan mal cada vez que veía a Efrén, ni mucho menos que era lo que lo hacía sentirse cauteloso con Luo. 

Terminó comprendiendo todo hace muy poco tiempo atrás. Exactamente dos días antes de que Efrén llegara llorando porque una vez más Aván le había roto el corazón.

Aquel día, estaba desanimado porque Efrén continuaba con aquella actitud de fingido desinterés y porque aún seguía durmiendo mal. Los sueños extraños no le dejaban en paz. Seguía sin poder comprenderlo bien, ¿Se suponía que estos eran sueños de su vida pasada? Entonces, ¿él había sido alguno de esos dos chicos?, ¿Se había enamorado de un hombre?, ¿Cómo rayos?, ¿No que su chiquitín era el primero al que le pasaba algo así?

Muchas preguntas, muy pocas respuestas.

Pateando una piedra, se revolvió sus rubios cabello con frustración. No dejaba de preguntarse una y otra vez qué podía hacer para animar a Efrén. Nunca lo había visto de esta forma. Tan.. inexpresivo y ajeno a lo que ocurría a su alrededor. Si algo podía decir de su  chiquitín es que era una persona muy, muy expresiva. Cuando estaba feliz, era todo sonrojos y sonrisas, asimismo, las veces que se enojaba, abultaba sus labios y subía su tono de voz. Si se abochornaba, bajaba la mirada y rehuía de los ojos de los demás. Las veces que se sentía preocupado o frustrado caminaba por ahí con su carita de confusión y cabellos revueltos. Y cuando estaba triste, lloraba y se acurrucaba en su cuerpo para calmarse. 

Siempre había un gesto en su rostro. Siempre.

¿Pero ahora qué?

Apenas hablaba y deambulaba por los pasillos como un fantasma, a veces incluso ignorándolo. A ÉL. A SU MEJOR AMIGO. A SU OTRA MITAD. ¿¿¡¡QUÉ DIABLOS TENÍA EN MENTE ESE NIÑO!?

Volvió a suspirar por enésima vez. 

---- ¿Sucede algo? ---- Thomas dejó de hacer lo que estaba haciendo (quejarse en voz baja y maldecir a las piedras), para prestarle atención a la voz que estaba tratando de llamar su atención. Era Luo, ese chiquillo raro que por alguna razón insignificante se había pegado a Efrén y a él en el último semestre. Haciendo una mueca, negó. 

Luo era... extraño. Mucho. No entendía muy bien que hacía juntándose con ellos y simulando que eran cercanos. No lo eran... Thomas lo consideraba un tanto sospechoso y siempre se incomodaba por la mirada del chico. Parecía esconder cosas. 

---- Efrén me preocupa ---- contó minutos después, sólo porque debía desahogarse con alguien. No tenía más amigos aparte de su chiquitín y Luo parecía la única opción viable. ---- Nunca ha estado de esta forma. 

---- Yo creo que no debes preocuparte tanto. Es la primera vez que le rompen el corazón. Es algo entendible que actúe de forma extraña. Debe dolerle mucho todavía. 

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⏰ Última actualización: Oct 19, 2021 ⏰

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