Zack era un chico muy lindo y sonriente. Continuamente se colgaba de su brazo y lo miraba con ojitos descarados mientras le pedía que le comprara algún dulce. Habían momentos en los que saltaba a abrazarlo y repartía besos por todas sus mejillas, tan cerca, que llegaba a espantarse con la idea de que terminara besándolo en los labios. Pero nunca lo hacía y Mikal vivía preguntándose si era porque él era un chico y si acaso estaba realmente tan mal el que le gustara de una forma diferente a la que era considerada "sana".
Estuvo años recriminándose a sí mismo el que estuviera tan enamorado de su mejor amigo. Años odiándose en secreto y años llorando a escondidas. Tanto, tanto tiempo sintiéndose una escoria que cuando Zack y Alec comenzaron a salir, terminó convirtiéndose en una.
Es que era injusto, de verdad que lo era. De verdad era sumamente injusto que después de todo el período en el que se dijo a sí mismo que jamás podría estar con Zack porque era un hombre, hubo alguien más que lograra conquistarlo, aún siendo y teniendo lo mismo que él.
Alec era... alguien muy fastidioso y extraño para él. Cuando llegó a sus vidas, ellos recién cumplían los diez años, mientras que él estaba a punto de terminarlos. Sólo les ganaba por meses, pero el raro chico actuaba como si fuera más maduro y se rehusaba a jugar a las escondidas o a pasar la pelota. A Mikal jamás logró caerle bien.
Zack estuvo fascinado con él desde que lo conoció, porque al parecer, le gustaban las personas aburridas que no hacían más que leer libros y hacer la tarea. Fue un gran martirio para él convivir todos los días con la enorme sonrisa que cruzaba su rostro cuando veía llegar a Alec.
---- Déjalo Zack, no quiere jugar contigo ---- dijo una de las tantas mañanas que Zack le hacía pucheros a Alec para que jugara con ellos.
---- ¡Pero yo quiero estar con él! ---- exclamó el niño cruzándose de brazos. Él era sin duda, un fastidio que sólo alguien con su paciencia podía llegar a aguantar todos los días.
---- Mikal, dejemos a tu amigo aquí y vayámonos a jugar ---- le propuso una tercera voz. Era otro de sus compañeros que se llamaba Theo y a veces se les unía a jugar.
---- Pero Zack... ---- Mikal miró a su mejor amigo, sintiéndose extrañado. Zack nunca antes lo había dejado por alguien más. ¿No se suponía que eran amigos desde los seis años?
---- Zack quiere quedarse aquí.. ---- Theo hizo una mueca, la cara decepcionada de Mikal hacía que se sintiera apenado.
---- P-pero él... ---- los labios del niño comenzaron a temblar. Theo lo tomó del brazo y se lo llevó de ahí.
Lo más triste de todo el asunto es que Zack ni siquiera se había dado cuenta de lo que había sucedido. Aún seguía haciéndole caritas a Alec para molestarlo y intentando quitarle el libro que tenía en sus manos. Mikal nunca antes se había sentido tan desplazado como en ese momento. De todas las personas, ¿Por qué tenía que reemplazarlo por alguien tan aburrido y serio?, ¿Hasta un niño tedioso era mejor que él?
---- No entiendo porque me siento tan triste... ---- susurró Mikal una vez estuvieron ambos sentados en el patio.
Theo le dio una sonrisa triste ---- Supongo que pronto lo harás...
Lo hizo, un par de años después.
Y seguía siendo igual de injusto.
---- Me gusta Alec, ¿Crees que esté bien? ---- le preguntó Zack un par de años después. Él ya lo sabía, pero eso no quitaba lo mucho que dolía.
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90 días antes de perderte.
Novela Juvenil''---- ¡Pero yo creo que realmente me gustas!'' En un mundo donde un sistema escoge quien es tu alma gemela, Efrén se enamora de Aván. Pero hay un pequeño problema, no sólo su crush es irremediablemente heterosexual, sino que también está a punto...