Capítulo 2.

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---- ¡Este estúpido sistema es lo que está mal! ---- gritó un chico de aspecto borroso mientras miraba encolerizado a la persona frente a él ---- ¡Nos están tratando como si fuéramos unos putos experimentos! 

Su acompañante, a quien tampoco se le podía apreciar el rostro con claridad, soltó un profundo suspiro.

---- Tienes que calmarte... 

---- ¡No, estoy harto! ---- sollozó tapándose el rostro ---- ¡Quiero salir de aquí! 

---- Yo... 

---- Sácanos de aquí, te lo estoy implorando ---- se agachó rápidamente, juntando los dedos en señal de súplica ---- P-por favor...   

---- Debemos saber que está mal con nosotros.

---- ¡Nada lo está! ---- volvió a llorar. Su corazón dolía cada vez que pronunciaba una palabra ---- T-tú lo sabes... Estamos bien. T-tú y yo...

---- La única forma de irnos es separándonos, lo sabes.

---- ¡No! ---- en un acto de desesperación, se aferró a las rodillas del otro ---- Por favor, no me dejes... T-te lo ruego. 

----  Eres capaz de soportarlo, aún no somos pares. ---- aunque sus palabras eran frías, el tono en que lo decía demostraba la enorme tristeza que estaba sintiendo. Mirando como el otro sollozaba frente a él, no pudo evitar odiarse cada vez más. 

---- ¡No te vayas!, ¡Mi corazón siente como si fuera a apagarse de sólo pensarlo!  

---- Mi pequeño, yo...

---- ¿Por qué...? ---- esto último sonó más como un pequeño susurro. Sin embargo, lo decía de forma tan dolorosa, que logró que el segundo chico se estremeciera ---- ¿Por qué no podemos amarnos?


Efrén despertó de un salto, mirando a su alrededor con temor. Sus mejillas estaban completamente mojadas y su pecho dolía como ya le era habitual. Nuevamente, había despertado de forma abrupta por una extraña pesadilla.

Su corazón dolía, pero ya estaba tan acostumbrado que ni siquiera se preocupó. Mirando el reloj en su velador se dio cuenta de que, como casi siempre, eran exactamente las cuatro cuarenta y siete de la mañana. Ni siquiera se molestó en volver a dormir, de todas formas no lo lograría. 

Sacó su pequeña libreta de su velador y anotó lo que recordaba de aquel pesadilla.

"Dos chicos en un espacio pequeño. Uno no quiere separarse del otro y le ruega que no lo deje. Aún no sé sus nombres."

Hizo una mueca por el dolor en su pecho... se dio pequeñas caricias para calmarlo, pero pareció que le dolió más, así que prefirió esperar a que se fuera solo. 

Tuvo que esperar a que pasaran las horas en completo silencio y mirando el techo de su habitación. El único ruido perceptible en aquel lugar era el de los gatos en su tejado y el del los ronquidos de sus dos hermanos mayores.. y quizás, el del cerebro de Efrén friéndose de tanto analizar su situación.

Bien, para empezar, no era el primero que tenía. Llevaba años soñando ese tipo de cosas, donde dos chicos lloraban por no poder amarse como lo deseaban. A veces los veía caminando por pasillos blancos, otros en un pequeño patio lleno de pasto verde. Sin embargo, aún no habían pronunciado sus nombres ni tampoco había logrado detectar sus caras con totalidad. 

90 días antes de perderte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora