Capítulo 10.

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Había mucha gente que llamó a Efrén un niño ejemplar.

Efrén, con sus cabellos castaños llenos de rizos y esa carita sonrojada que iba de aquí para allá desfilando una sonrisa tímida. Ese que muy pocas veces hablaba en clase y que la mayoría del tiempo pasaba desapercibido. Aquel niño que cautivó tanto a Thomas que lo terminó amando profundamente... de una forma muy difícil de explicar.

Para Thomas, no se necesitaba amar en el sentido de pareja para que alguien fuera considerada su alma gemela. Para él, Efrén era su alma gemela.

Efrén era su alma gemela, su mejor amigo, su ternurita tonta.... Efrén era ese hermanito que sus padres nunca le dieron y ese complemento que hacía sus días más felices. 

Estaba tan acostumbrado a estar junto a él, a abrazar sus hombros y a decirle que era lo mejor que le había pasado en la vida. Cuando estaba en casa solo y veía algún vídeo entretenido que sabía que le sacaría una sonrisa a su chiquitín, lo guardaba mientras sonreía imaginándose su reacción. Cada mañana se levantaba una hora más temprano para ir a buscarlo a su casa y evitar que tuviera que irse con sus hermanos. Siempre que lo veía infeliz, estaba dispuesto a hacer cualquier ridiculez con tal de sacarle una sonrisa. Y las veces que lo veía llorar, no podía evitar llorar con él. 

Nunca se había tan asustado como en este momento.

Con el corazón colgándole en la mano, corrió lo más rápido que sus piernas le permitieron para ir a la casa de Efrén. No le importó ninguna de las veces que estuvieron a punto de atropellarlo, mucho menos que sus piernas ya le dolían por tanto correr. Incluso en todo el camino, su llanto no había cesado. 

---- ¿Thomas? ---- preguntó la mamá de Efrén con sorpresa al verlo llegar a su casa ---- ¿Qué-..?

Thomas sollozó ---- ¿¡D-donde está Efrén? 

La mujer se sintió intranquila al ver el estado del amigo de su hijo. Sintiendo que una ola de ansiedad le recorría el cuerpo entero, murmuró confundida ---- ¿Por qué preguntas eso?, ¿No eres tú quien lo viene a dejar todos los días?

El grito que le siguió a sus palabras la impacientó mucho más ---- ¡No!, ¡Ese bastardo se lo llevó! 

Este chico... podía ser algo extrovertido y raro a veces, pero jamás actuó maleducado. Nuevamente sintió que algo estaba terriblemente mal.

---- ¿Q-quién?, ¿De qué....?

---- ¡Su esposo!, ¡Lo fue a buscar a la escuela! 

Ella frunció el ceño. ---- Disculpa, ¿Qué es lo tan malo en eso?

Era inusual que su marido fuera en persona a buscar a su hijo, sobre todo porque se suponía que a esta hora trabajaba. Sin embargo, ¿Por qué este niño venía tan alterado, como si una persona muy mala se hubiera raptado a Efrén?

Thomas hizo su mayor esfuerzo para no insultarla y calmarse. ---- ¡Quiere saber que pasa!, ¡Él lo golpeó..! ---- en la última palabra, su voz se cortó debido a un sollozo. Estaba tan asustado, tanto que sentía que se le acababa el aire.  Tragando saliva, susurró perdido: ---- Se atrevió a golpearlo... y Efrén no sabía que estaba pasando. Él se veía tan perdido y yo... ---- una lágrima descendió lentamente por su mejilla, a la cual varias le siguieron ---- Y-yo no fui capaz de protegerlo. 

Quizás era algo que todos sabían ya que Thomas siempre lo repetía, pero él amaba demasiado a Efrén. 

Cuando Efrén fue golpeado por primera vez, no fue sólo su corazón el que fue roto.

---- ¿Qué estás diciendo? ---- la mujer lo miró perdida ---- ¿¡Cómo te atreves a calumniar a mi esposo de esa forma, niño!?, ¡Él jamás golpearía a uno de sus hijos! 

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