Muchos afirmaban conocer el infierno. Sin saber que sus experiencias no eran ni de lejos lo terribles que podían volverse si, por azares del destino, llegaban a cruzarse en el camino de ellos...
Aterradores.
Crueles.
Implacables.
Salvajes.
Gober...
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Despierto acalorada, sintiendo mi cuerpo como si estuviera ardiendo en llamas, a pesar de que he dormido destapada y la tela de mi pijama es bastante escasa.
Pero tanto da, para el caso es como si lo hubiese hecho desnuda.
Y lo que más rabia me da es que sé exactamente a qué se debe mi estado. O debería decir a quien.
Parece que ese maldito hombre – por no decir animal, ya que no tiene modales ni vergüenza – está decidido a no salir de mi sistema.
Y odio que me prenda de esa manera, porque, a ver, su físico infartaría a cualquiera con ese cuerpo fuerte y rudo, sus múltiples tatuajes, su gran envergadura, esa barba cobriza y su rostro diseñado para ser la perdición de cualquier mujer...pero ¡es un grandísimo cabrón! Con todas las letras.
¿Cómo se atrevió a llevarse...a llevarse mi ropa interior? Y con ese descaro.
Para colmo, las cosas que me dijo que haría...dios si se atrevió hasta a insinuar que un día él y yo...
Él y yo...
Ni. en . sueños.
Pero eso no es lo peor.
Lo peor es que hice lo que él dijo que haría.
En un momento de debilidad...me di placer a mí misma imaginando que era él quien me poseía.
Yo; Olivia Coleman, tuve fantasías sexuales con el presidente del club de moteros más peligroso y temido de todo Chicago.
Y mierda, sería una completa hipócrita si no admitiera cuánto lo disfruté.
Solo de pensar en lo que se sentiría si Demon me follara como aseguró que lo haría, me hormiguean las piernas.
No soy una santa, ni mucho menos, así que no me cuesta trabajo admitir que, de ser otras las circunstancias, probablemente ya habría cedido. Pero tal y como han sucedido las cosas, no.
No puedo olvidar lo que le hicieron a mi hermano...como tampoco el hecho de que sigue sin dar señales de vida y no me fío al cien por cien de su palabra al asegurarme que ni él ni sus hombres han tenido nada que ver con su sospechosa desaparición.
Tal vez es que no quiero creer que me ha dejado...después de los momentos tan agradables que hemos compartido en este tiempo desde que se refugió aquí.
Tuvimos ocasión de pasar tanto tiempo juntos...como no lo hacíamos prácticamente desde que éramos unos críos que todavía no sabían nada de la vida y se las apañaban como podían con un padre viudo y adicto al juego, el alcohol y las drogas.
Adicciones que, aunque hice lo que pude, no conseguí evitar que Vince adquiriera también. Eso lo ha llevado a la ruina, logrando que destroce su vida por completo.
