Muchos afirmaban conocer el infierno. Sin saber que sus experiencias no eran ni de lejos lo terribles que podían volverse si, por azares del destino, llegaban a cruzarse en el camino de ellos...
Aterradores.
Crueles.
Implacables.
Salvajes.
Gober...
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— Los Ejecutores han confirmado, estarán aquí en media hora — me informa Balzac, en la Iglesia que he convocado para poner en orden nuestros asuntos.
Asiento, llevándome el vaso de vodka a los labios y dándole un sorbo.
— ¿Y los Halcones? ¿Asistirán? — exijo saber, apurando todo el contenido con la esperanza de calmar mis nervios.
De lo que suceda en la reunión de esta tarde dependerán muchas cosas.
Balzac prefiere tomar una botella de Jack Daniels de los estantes y le da un generoso trago antes de contestar, tras cruzar una mirada de aprobación con Heron. Ambos se han encargado personalmente de esta tarea y más les vale cumplir.
Mi tesorero asiente, con las pupilas dilatadas.
Parece que todos hemos tenido una noche movida. Ninguna novedad por aquí.
Uno a uno, observo a mis hermanos; Ante las palabras de Balzac, quien más se tensa es, lógicamente, Daryl. No hay que olvidar que su viejo resultó muerto en la última guerra que tuvimos con los Ejecutores.
Y, aunque hace años que esa deuda fue saldada y muchos de los suyos también murieron a nuestras manos, para él tiene que ser difícil que pisen el club. No es sencillo lidiar con algo así.
Por desgracia, no tengo otra opción.
Y en cuanto a los Halcones, lo mismo...
Bien dicen que a los amigos hay que tenerlos cerca y a los enemigos todavía más.
Esta noche voy a comprobar si esos cabrones han sido los que nos han saboteado el trato y, de ser así, los mandaré a todos con Hades después de divertirnos un poco. Una buena matanza me vendría de perlas para liberar tensiones ahora mismo.
Balzac también está alerta, como siempre, con esos ojos de loco asesino recorriendo la estancia palmo a palmo.
Hunter, nervioso...e impaciente por entrar en acción, de ser necesario.
Pat, como siempre listo para lo que venga y jodidamente relajado, imperturbable. Envidio esos nervios de acero que tiene.
Heron, igual. El cabrón tiene la sangre fría y es de mis hermanos más pacíficos, aunque cuando toca derramar sangre no se anda con remilgos.
Dom apenas se tiene en pie, está como una cuba. Como siempre. Más le vale espabilarse.
Daryl se ocupa de eso dándole un fortísimo golpe en la espalda.
— Espabila ya hombre — espeta, serio.
Dom le lanza una mirada asesina, pero no discute. Sabe que no debe tocarme los cojones.
