"No llores."
Se repetía una y otra vez.
Se pellizcaba el brazo de vez en cuando para comprobar que realmente lo que estaba sucediendo era real. También, para intentar reprimir las lágrimas que seguían amenazando con salir en cualquier momento sin previo aviso.
Jamás había estado borracho; sin embargo, sabía que el dolor de cabeza que sentía no era comparable con tomar demasiado alcohol. Dolía como el infierno. También su corazón, lo cual era mil veces peor, porque sabía que en esa vida no se curaría, ni en las siguientes. Rezaba para que dejase de latir su órgano en ese preciso instante y así ahorrarse vivir con esa tortura eternamente. Había tantas formas de acabar con el sufrimiento y las pesadillas que llevaban días persiguiéndole, realmente estaba preparado para marcharse, no tenía nada a lo que aferrarse para no desear fallecer.
Arrastraba sus pies como si estuviese encadenado, ese era el precio de su acto. El coste de no escuchar lo que tantas veces le habían advertido, de pensar que no pasaría nada. Miraba hacía abajo, observando los zapatos que su padre le había comprado por su dieciséis cumpleaños. Llevaba meses deseándolos, cada vez que iba al centro comercial los observaba en el escaparate mas no podía permitirse gastar tanto dinero.
Aún estaban algo grisáceos.
Alzó la mirada, solo unos segundos, en busca de una señal que le ayudara a encontrar los aseos. El aeropuerto estaba bastante vacío probablemente porque era un lunes ordinario. Tan solo había algunas personas que, probablemente, estaban allí por un viaje de negocios o algo por el estilo. Ninguna se paraba, todas iban firmes con el único pensamiento de llegar a su destino, no tenían expresión en el rostro, caminaban serios junto a pequeñas maletas donde simplemente llevarían lo necesario para trabajar. Parecían máquinas y eso le provocaba escalofríos. Él no quería ser así, las máquinas simplemente obedecen órdenes de superiores.
Finalmente visualizó el cártel de los servicios de caballero, frente al de mujeres.
Tragó saliva intentando deshacer el nudo de su garganta para no quebrar su voz al hablar.—¿Puedo ir al baño un momento, po-por favor?—le preguntó a la que ahora sería su tutora legal. Una completa desconocida que no tenía ni una pizca de empatía con el joven de dieciséis años, puesto que no parecía importarle lo más mínimo él y su circunstancia.
—No tardes.—respondió de brazos cruzados, observando el reloj que decoraba su muñeca. Un bonito Rolex dorado que había sido de Anne durante muchísimos años; sin embargo, el joven se había visto obligado a regalárselo puesto que, según ella, era la única manera de pagar sus servicios o la más sencilla.
—Gra-gracias.—hizo el amago de sonreír.
Suspiró al entrar a la pequeña sala que conformaba un váter, un lavabo y un pequeño espejo.
Se colocó frente al cristal, analizándose lentamente desde su característico cabello rizado, ese que tanto adoraba despeinar su hermana, hasta los pequeños lunares de su rostro que creaban un triángulo. Se miró una y otra vez, pero no se encontró. Ya no era el mismo, le faltaba una parte de él, estaba roto y siempre lo estaría. Por que no puedes hacer un puzzle si pierdes una pieza, y Harry había perdido más de una.
Tenía ojeras de no haber dormido desde el accidente, eran enormes e imposible de esconder. Sus ojos hinchados y rojos como rubíes, tal vez por la falta de descanso, tal vez por las lágrimas que llevaba horas reprimiendo porque si de él dependiera seguiría llorando hasta que la muerte decidiera que era el momento de derramar sal en otro mundo. Su piel no tenía un color saludable y sus mejillas estaban coloradas, probablemente tendría fiebre porque se sentía realmente mal. Estaba un poco más delgado por apenas haber comido desde entonces, pese a las advertencias del doctor que le visitó hacía unos días. Los rizos despeinados, esta vez no había sido a causa de Gemma.
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lune décroissante {LS}
أدب الهواة☾ luna menguante Fanfic Larry. Porfa no t copies ni nada<3