Capítulo 22¹.

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Primera parte.

Todo sucedió bastante improvisado.

Fue cuando Louis le intentó decir por primera vez que tenía TLP, pero acabó preguntándole cuál pensaba que era la ciudad del amor. Entonces, imaginó lo hermoso que sería llevarle a Roma por los cinco meses juntos. Sin embargo, esa ciudad les quedaba demasido lejos. Así que pensó en visitar juntos París. Era una locura, adoraba las locuras. Convenció a Liam, cuando estaba borracho, de que le dijese el camino más asequible para salir de allí sin ser visto. Luego hicieron una promesa:  el mayor les cubriría si preguntaban por ellos, a cambio tenían que regresar esa misma noche.

En efecto, se encontraban en París.

Eran las cinco de la mañana cuando salieron del internardo. Habían tardado un rato en llegar a la ciudad ya que Deux Collines se encontraba en las afueras, además de que no sabían del todo cómo se llegaba a la capital de Francia pese a que Liam les hubiese explicado el camino. Cuando al fin llegaron estaban muy cansados, así que se tumbaron en un banco abrazaditos hasta quedarse dormidos. No despertaron hasta escuchar como la ciudad lo empezaba a hacer: los mayores iban a trabajar, los jóvenes a la universidad, los adolescentes al instituto y los niños al colegio. El ruido de los motores de la mañana les impidió continuar en su sueño.

—No pensé que los bancos fueran tan cómodos.—sonrió el ojiazul frotándose los ojos para quitarse las legañas a la vez que se levantaba.

—Es porque tú has dormido encima mía. Yo estoy blandito, no como eso.—se quejó pues su novio le había usado como colchón sin importarle que él fuese más pequeño. También se puso de pie, para estirar las piernas así como para peinarse un poco torpemente con sus manos.

—Como sea.—se encogió de hombros, a continuación se acercó al menor —Felices cinco meses juntos, mi amor.—dejó un suave beso sobre sus labios en el cual ambos cerraron sus ojos.

—¿Lo sientes?—preguntó respirando, como si fuera la primera vez.

—¿El qué?

—La libertad.—esta vez fue él quien fusionó sus rosadas bocas.

—No le cojas mucho cariño, sabes que tenemos que volver. Liam ha hecho demasiado, no puedo dejarle con un marrón así. Sin embargo, te prometo que pronto sí será para siempre.—murmuró cuando se separaron unos milímetros, mas después de sus palabras se volvieron a unir.

No es que el de ojos marrones fuese su mejor amigo, simplemente le empezaba a apreciar pues era el novio de Zayn. El pelinegro no le perdonaría jamás si hiciera eso, ahora la pareja era un equipo; lo que le incumbía a uno, también le incumbía al otro. Realmente resultaban bastante cansinos, aunque esa ley también la hubiesen tomado la pareja que juntos formaban el azul marino u el verde menta.

Continuaron paseando por los Campos Elíseos, el lugar dónde habían descansado; cogidos de la mano, mirándose mutuamente con una sonrisa pues al fin se sentían libres, aunque eso no fuese a ser eterno. Rodeados de parisinos, también turistas, con un agradable aura que rebosoaba amor del de verdad. Viendo como los críos jugaban sonrientes de camino a sus centros educativo: chicos, chicas, blancos, asiáticos, africanos... todos en armonía sin discusiones, simplemente divirtiéndose.  Les provocaba nostalgia, la niñez siempre sería la mejor época. Algunos adultos deberían aprender de los niños.

Anduvieron hasta llegar al Arco del triunfo. No se soltaron ni un sólo segundo en todo el trayecto. Se encontraban en una gran redonda donde giraban los vehículos para continuar sus caminos por diversas direcciones. Era hermoso a primera hora de la mañana. Louis se había traído la instantánea que encontró, sabía que era algo bastante arriesgado mas no quería perder la oportunidad, la tenía sujeta a su cuello pues la funda de esta traía una cuerda que se parecía a la de un bolso.

lune décroissante {LS}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora