Capítulo 11.

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—¿Nos vemos luego?—preguntó Elena mientras se vestía.

El ojiazul observaba la vacía cama de su compañero. Apenas había escuchado a su novia pues estaba demasiado ensimismado. No estaría preocupado si, cuando hubiese llegado a su cuarto sobre las dos, Harry hubiese estado en su cama como todas las madrugadas desde que le conocía. No había pasado la noche allí, no entendía nada. La última vez que le vio fue cuando este propuso ir a por su tabaco. Luego el mayor se marchó a errar por los pasillos para matar el tiempo, terminó yendo al comedor a tomar un tentempié. ¿Dónde demonios se había metido el rizado? Tampoco debería ser tan difícil encontrarle.

—¿Me estás escuchando, cari?—se colocó frente a él, cuando solo le quedaba la camiseta por colocarse, dejando cortos besos por toda su cara de manera apasionada.

—¿Eh? Sí, sí te he escuchado.—intentó sonreír lo menos falso posible a la vez que se alejaba lo más discreto que pudo, esa muestra de amor le estaba empezando a agobiar.

La de cabello oscuro salió de la habitación tras despedirse con una última unión de labios iniciada por ella. Fue larga mas sin sentimientos, hacía tiempo que el de órbitas celestes no sentía al estar con ella. Unos minutos más tarde, tras ponerse toda su ropa y dejar la mayoría de los botones de su camisa desabrochada, el muchacho también se marchó. Fue directo hacia la habitación de su mejor amigo, tal vez él supiese algo sobre el paradero del ojiverde. Era su única opción. También estaba Niall pero no pensaba que pudiera ayudar, además, solamente se conocían de algunas cortas conversaciones en las fiestas.

El pasillo estaba más deshabitado de lo habitual, de hecho, era la única persona que caminaba por este. Todo era muy extraño. La clandestina quedada de la pasada noche se había acabado alrededor de las dos de la madrugada, cuando la mayoría de los invitados se habían ido. Siempre solía finalizar sobre las cinco menos cuarto, aunque él solía irse antes, no tenía sentido que acabase tan pronto.

Entró a la habitación de Zayn sin siquiera llamar a la puerta, ya le había visto hacer todo lo imaginado. Para su sorpresa, el moreno se encontraba sentado junto al resto de personas a los que llamaba: narco-amigos ya que todos se dedicaban a eso. Los muchachos, sin excepción, tenían rostros preocupados y meditaban en silencio, usualmente cuando se juntaban solían formar un fuerte jaleo.

—¿Y esos caretos?—cerró la puerta del cuarto para, a continuación, acercarse específica al moreno.

—¿No te has enterado?—preguntó sorprendido el de ojos marrones.

—¿Del qué? Bueno, de todos modos no vengo para eso, tengo cosas más importantes.—agitó su cabeza recordando la razón por la que había ido hasta allí, no podía perder el tiempo.—¿Has visto a Harry?

—No.—contestó el único que le conocía, le costaría olvidar como se conocieron. Aún no había perdonado que interrumpiera de ese modo en su sala, aunque lo gracioso que resultó verle fumar lo compensaba un poco.

—¿No?¿Me estás jodiendo? Es coña, ¿no?—rió incrédulo.—Ayer vino aquí a por mis cigarros, yo le vi salir de la habitación pero creo que no volvió. Tampoco estaba cuando llegué por la noche, siempre está esperando a verme entrar.

—Fue Daren quien se quedó aquí ayer.—abrió una caja de tabaco, encendió dos: uno para él, otro para su mejor amigo. El segundo, lo tomó sin pensarlo puesto que hacía ya un par de días que no los consumía a excepción de en las fiestas cuando se los robaba a las borrachas personas.

—¡¿Y quién demonios es Daren?!—gritó frustrado, odiaba cuando el moreno ofrecía información a medias. Jamás le había escuchado hablar sobre él, no podía soltarlo así y esperar que uniese piezas que ni siquiera estaban completas.

lune décroissante {LS}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora