CAPITULO 5

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—Buenos días, el sol ha salido hace un buen rato —canturreó alegremente mi hermana

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—Buenos días, el sol ha salido hace un buen rato —canturreó alegremente mi hermana. Parecía aún más animada que los días anteriores.

—Calla —refunfuñé.

Acababa de despertarme y mi hermana llenaba ya mi agotado y neblinoso cerebro. Como si tuviera resaca, me dolía todo y la cabeza me daba punzadas. Respiré hondo y recordé al instante su olor, a manzanas y a alguna cosa más que no conseguía ubicar.

—¿Qué vas a hacer? —Harper me despertó de mis ensoñaciones. Me miró como si fuera una causa perdida y decidí que tenía que ponerme en marcha.

—Nada —le respondí por decir algo—. Supongo que iré a ver la luna al muelle, pero falta mucho para que anochezca. 

—Si, eso ya losé— Harper respiro con fuerza y cuando abrió los ojos, dejo de ponerme atención para mirar hacia mi móvil que colgaba de mi mano y que, con su mirada penetrante, me empezaban a temblar las manos—. ¿Hablaste con Álex?

—No— dije, metiendo el celular a las sabanas de mi cama para que no se metiera a hurgar a la aplicación de mensajería para revisarlo—. Me quede hablando con Thea y viendo a la "Juez Juddy".

—No te creo, a puesto estas saliendo con Álex a escondidas. 

—Harper, ya te lo he dicho, no estoy interesada en él. —Después sonreí —. Pero si no fuera porque eres mi hermana, juraría que estás celosa. 

—Oh, por favor. —Harper arrugó la nariz—. No seas absurda. 

Me reí de su protesta y, por alguna razón, empecé a sonrojarme. Aparte las sabanas de mi cama y pase a toda velocidad a su lado, gritándole que iba a desayunar con mamá. Ella me siguió el paso y corrimos hacia el comedor para sentarnos en la mesa. 

A pesar de que había tomado ventaja, ella paso por delante mío, para dejarme varios pasos atrás. 

—Te gane boba— dijo mi hermana riéndose. Me había rebasado otra vez—. Tienes dos pies izquierdos.

—Claro, y tú una cabeza de nuez— me reí dándole un pequeño golpe con mi pie descalzo por debajo de la mesa.

  —Eres tan grosera —me dijo Harper en cuanto me acomode en mi asiento.

—¿Yo soy grosera? —pregunte perpleja—. Yo no soy la que me dejo plantada el día de ayer. Cuidando al mocoso de Kim.

—¡Shhh! —Harper hizo un ademan para que bajara la voz y de ese modo Kim no la oyera—. Ya se que es molesto, pero es nuestro hermano. Tenemos que cuidarlo y ayudarlo. Además, mamá y yo no nos tardamos mucho. Compramos muchas cosas que seguro te encantaran.

—No es verdad —dije, sacudiendo la cabeza. Me recline en el borde de la mesa, con los brazos cruzados sobre el pecho—. Esta bien si quieres excusarte, pero ya me he acostumbrado. 

Sonidos del mar (1 libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora