CAPITULO 11

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Las brochas y los frascos de labial se cayeron al suelo uno tras otro mientras intentaba buscar rápidamente un poco de maquillaje para cubrir los cortes, lo quería hacer antes de que Harper sacara sus propias conclusiones y empezara a reprenderme ...

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Las brochas y los frascos de labial se cayeron al suelo uno tras otro mientras intentaba buscar rápidamente un poco de maquillaje para cubrir los cortes, lo quería hacer antes de que Harper sacara sus propias conclusiones y empezara a reprenderme por malos pensamientos. Había conseguido que los rayos mágicos se apagaran y me permitieran hacer mucho más fácil la situación. Sentí alivio cuando encontré el frasco de la base que estaba en el fondo de la estuchara, lo tome y comencé a dejar algunas gotas en mi palma para luego esparcirlas con mi dedo índice hasta que la pastita se metiera en las cortaduras y dejaran de verse rojas.

—¡Emma! ¿Dónde estas?— la voz de Harper me exalto y entonces decidí apurarme con la otra mano para poder salir a explicarle todo.

—¡Ya voy, ya voy! ¡Sólo subí a mi cuarto a dejar lo que investigamos en la costa!— enuncie con un tono más fuerte para que me pudiera escuchar. Me quite la bolsa que traía colgada y la deje recargada en la mesita de noche. Intente cerrar la estuchera de los cosméticos con mis dedos temblorosos, pero el crujido del piso, me asusto y entonces la manche de base. Procure quitarle los restos, pero alguien se estaba aproximando por la escalera.

—¿No dijiste que te dolía la pierna? ¿Cómo subiste?— me detuve al escuchar la voz preocupada de Harper más cerca. Un nudo en la garganta no me dejó tragar saliva y deje a la mitad el cierre de la bolsita por que se había atorado. No tenía mucho maquillaje, pero por meter todo de mala gana, tenía que hacer presión para que los delineadores, las brochas, los labiales y las cajitas de las sombras, se quedaran adentro. Lamentablemente todo estaba hecho un desastre.

—Si, si, pero tenía que subir porque ya sabes como soy de olvidadiza, tengo que llevarlas mañana para que Taylor las analice y haga el trabajo— deje de gritar cuando la sentí al otro lado de la puerta.

—Eres muy terca. Además de que estas mal de salud, tu pierna se lastima— sonó irónica y me mordí el labio con preocupación, tenía que actuar muy bien cuando la puerta se abriera, de lo contrario mi hermana se enojaría mucho y quizá no me hablaría en días.

—Lo sé, me disculpo por eso.

—Esta bien, entiendo que quieras sacar buenas notas con tu equipo. Abre la puerta, necesito ver tu pierna y darte la medicina— me congele cuando menciono que quería verme. ¿Qué se supone que debía hacer? mi cuarto estaba hecho un desastre por buscar el maquillaje y ocultar la sustancia viscosa de la costa, no podía ver todo el tiradero de cosas por el piso. Sin embargo, recordé que Harper sabía que no estaba muy bien y que me dolía la pierna, quizá eso lo podía usar a mi favor. Rote la manija de la puerta con cuidado y de inmediato me tope con su rostro de preocupación, entonces trate de disimular.

—¡Auch! mi pierna— hice una mueca de dolor al verla tan seria y de esa manera engañarla para que me tratara con más amabilidad.

—Emma— exclamo frunciendo el ceño por tristeza y corrió hacia mi para sostenerme, sonreí y la aleje un poco para que no me sostuviera de las manos, pero ella insistía en preguntarme sobre mi estado— ¿Cómo es que te caíste?.

Sonidos del mar (1 libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora