CAPITULO 26

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El paisaje nocturno estaba perfecto para una cita romántica o una escapada con amigos, las estrellas brillantes por arriba, la luna, el ambiente cálido de la playa... pero estaba soñando demasiado ahora. Álex estaba justo frente a mi en el jardín trasero que tenía la casa sin decir nada, solo contemplaba el césped de una forma muy observadora. Había conseguido tener un momento a solas con él con una excusa hacia mi padre y parecía que no iba nada bien.

Jugué por un breve momento con las llaves de los barcos que ahora estaban a mi cargo que me había dado papá antes de salir al jardín. Inhale una gran cantidad de aire fresco y lo expulse sin hacer ruido por la nariz, tomando fuerza para romper el silencio, siendo sigilosa con lo que iba a decir. Pude haber aceptado la ayuda de mi hermano, pero debía hacerlo yo.

-Las rosas están muy lindas- fui a buscar el rosal que se alzaba a dos metros de donde me encontraba y acaricie nerviosa los pétalos, sintiendo las gotas que se habían quedado ahí cuando se regaron por un tiempo derretirse en mis dedos. Era algo estúpido pero yo sabía que comenzaría a decirme algo de plantas porque le encantaba cuidarlas. No tardo mucho en caminar hacia mi con pasos lentos.

-Deben estar en un suelo permeable y ligeramente ácido- sabia que podía hacerlo hablar, aunque fuera con otro tema-. ¿Alcanzas a ver estas hojas secas? debes eliminarlas y nutrir a la planta con un fertilizante.

-Sí, mi madre y Harper lo agregaron la semana pasada.

No pude decir nada más porque no se me ocurría alguna otra cosa. Por la poca luz que proporcionaban las lámparas de la calle, puede ver que estaba sonriendo con melancolía.

-Álex- lo llame y se giro hacia mi, pero sin mirarme- . Debemos hablar.

-¿De qué quieres hablar?- estaba tranquilo pero sentí molestia en sus palabras y cierto aire de que no le gustaba que le insistieran tanto en algo que para él quizá era pasado. Aprete la mano para darme valor y con el corazón retumbante le dije:

-Sobre lo que pasó en casa.

-¿En casa?- sonó confundido y yo asentí- ¿Cuando tenías fiebre?

-Algo así- tosí intencionalmente porque estaba nerviosa y no sabía que hacer para quitar los ojos de Álex de mi rostro-. También necesito que me digas que fue lo que paso con Harper.

-No fue nada- de nuevo sentí que todo se estaba yendo por la borda, él se negaba una vez más a contar la verdad.

-Enserio Álex, puedes contar conmigo- lo intente tomar de las manos pero él las separo de las mías con lentitud, viéndome con cierto resentimiento, sentí una punzada en el pecho.

- No puedo.

-¿Por qué?

-No hagas más difícil esto Emma, tu padre convenció al mío de que debemos ahora ser los propietarios de los barcos del norte y debemos enfocarnos en los negocios.

-¿Qué? ¿ahora te interesan los negocios ?- resople, eso era demasiado ficticio o más bien una excusa para que lo dejara en paz -. Tu no eres así- trague saliva, deshaciendo el nudo que había en mi garganta, pero se estaba creando otro-. Estas siendo muy injusto con...

-¿contigo?- me interrumpió, sonando irónico enojandose más-. ¿Por qué lo sería?

-Porque no me quieres contar nada de lo que te preguntó.- Solte harta de ocultar mis verdaderas palabras que estaban ocultas en una burbuja de cristal-. ¡¿ Sabias que mi cabeza esta a punto de explotar por tu culpa!? ¡No se porque me odias! ¡No se porque tienes esa actitud de mierda conmigo!...

-Tu tampoco sabes lo que siento. Ni siquiera consideras mis sentimientos Emma. ¡Tu tampoco eres honesta conmigo!, o acaso ¿me ibas a contar que Peter te beso?.

Sonidos del mar (1 libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora