Había estado ensayando lo que quería decirle Liv toda la mañana, pero cuando ella me arrojó contra la pared de mi dormitorio, sabía que estaba en problemas.
—¡Dámelo estúpida! ¡Sé que lo tienes! — Su boca estaba llena de dientes afilados y puntiagudos tal como los alfileres.
Sus enormes garras negras con las que podría destrozar cualquier cosa me hicieron sentir un vacío en el estómago por sentir como podrían entrar con facilidad en mi piel y sacarme las vísceras.
—¡No tengo idea de dónde esta! — chille, sobándome la cabeza, me había estrellado con el mueble de la cabecera y por suerte solo me había salido un poco de sangre— Yo... yo de verdad no lo sé.
—¡Maldita zorra estúpida! — Tomo otra vez mi cabeza que ni siquiera me dio tiempo de actuar y la hundió contra el suelo. Escuché como había sonado ese golpe y otro ... Di un alarido de dolor y entonces me dejo quieta pero luego me tomo con los dedos las mejillas. La observe debí con dolor en la cara. Sabía que ella no podía saber dónde se encontraba, era demasiado pronto para eso. Claramente me habían estado siguiendo solo para eso.
—¡Por favor! ¡Déjame en paz! — No sabía cuánto tiempo podía soportar el dolor de los golpes. Mi cabeza palpitaba en mi memoria y mi boca sangraba, tanto que tenía el sabor a hierro.
Apreté los ojos como si mis preocupaciones fueran a desaparecer. Estaba segura que yo misma era la culpable de aquello, estaba cargando con un gran problema que en los últimos días debía resolver sola. No estaba tan segura, aunque lo mejor era seguir intentando calmar las cosas con Liv hasta que yo me recuperará un poco para escapar.
—¿Quéte deje en paz? — dio una carcajada divertida de mi sufrimiento.
—Basta Liv. No me hagas esto—dije llorando, pero maldiciendo entre dientes. Sabía que tenía que resistir un poco más. Mi vida estaba colgando de un hilo, y ahora me preguntaba ¿Había valido la pena salvarla?
Tenía muchísimas ganas de ir a caminar al parque como en aquellos ayeres con mi familia, especialmente con mis hermanos. Quizá si yo hubiera hecho las cosas bien no hubiera sucedido esto tan cruel, quería que mi abuela estuviera aquí conmigo como cuando era niña. La extrañaba. Tal vez ella lidiaría mejor la situación que yo en particular por su gran sabiduría.
—Cariño— dijo intentando contenerse y me regalo una mirada dulce como cuando la conocí, acariciándome la cara mientras yo estaba llena de miedo—. Sólo debes decirme dónde está, se buena chica y podría convencer a Morgan de traer de vuelta a Harper. Piénsalo... haz algo bueno por ella—. Sugirió Liv pasándome sus enormes y afiladas uñas por mis mejillas que hasta intuía que de verdad querían rasgarme la piel, pero no quería hacerlo aún porque quería utilizarme.
Por un momento, un momento breve y glorioso, se me había olvidado la noche anterior, la noche en que mi hermana había sido atacada, antes de convertirse en una especie de sirena asesina o alguna cosa así había observado desde lejos.
La verdad era que, últimamente había pasado mucho tiempo con Peter. Yo tenía la culpa de que Harper estuviera en esta situación. Siempre la dejaba sola en casa con Kim, mi hermano menor por alguna extraña razón, aunque ella también era culpable por salir con sus nuevas amigas tan confiables y divertidas. Era tan terca por descubrir la libertad que terminaría en una lata muerta, justo para ser comida como él atún.
Sabía que Liv podía percibir el miedo que ocultaba bajo mi piel por ser una keller. El corazón me latía con fuerza, pensando en qué debía hacer, qué decisión debía tomar. El sudor frío y los escalofríos me recorría el cuerpo, no podía ni respirar como normalmente lo hacía. Nunca me había imaginado luchar contra mi propia voluntad para sobrevivir. No estaba cien por ciento segura de que querían en particular, pero si era lo que tenía en mente, quizá me podría librar de ella y de todos los demás problemas. Sin embargo, quería seguir ocultándola y completar el plan que había hecho con Peter.
Trague grueso e inmediatamente volvía a sentir que por mi garganta estaba pasando una gran cantidad de sangre que me hizo escupirla. Liv se dio cuenta y enseguida comenzó a lamber el suelo y las gotas que habían quedado en mi ropa, sentí su lengua como un pedazo de esponja húmeda y una necesidad de salir corriendo de ahí. Claramente estaba hambrienta y recordé que ellas no eran como una de nosotras. Eran criaturas terroríficas de espíritu malvado en cuyos rituales sacrificaban humanos de una forma bastante cruel y atroz. Mi piel se erizo tan rápido al pensar en eso por lo que deje de mirarla.
—Exquisita— exclamo pasando su lengua por sus labios y me miro— Me gustaría probar más.
Sonrió con sus dientes, en busca de que yo la dejara asesinarme o por lo menos morderme. De tirón alejé mis ojos de ella y comencé a pensar en algo rápidamente porque los segundos estaban empezando a correr. Era asqueroso verla babear por sangre y más haberse comido mi propia combinación con la saliva.
El sonido del celular me ensordeció y me tape los oídos en seguida, al mismo tiempo que Liv contestaba con rabia por haberle interrumpido el momento glorioso del sabor a mi sangre.
—¿Hola?... si, si, está aquí... no, aún no... ya lo sé, pero... esta bien— colgó con un aire diferente al que tenía antes, parecía que alguien la había regañado— Tú— me señalo y luego busco algo en la bolsa que estaba en la cama—. Me asegurare de que no te muevas de aquí.
Eso había sonado a que iba a salir de la habitación. Por unos segundos había ideado saltar por la ventana o llamar a alguien, pero después de ver unas largas y gruesas cadenas de acero entre sus manos, todo se fue a la borda.
Me coloco las esposas en las muñecas y luego hizo que caminara hasta la cocina de la casona. Busco donde enredar las cadenas y luego de varios minutos se percató de que era una idea brillante cerca de una vitrina y debajo de una mesa dónde había cuchillos de cocina colgados en las paredes.
—Si tratas de escapar, serás apuñalada o aplastada por un montón de cristales— los señalo con advertencia y por si fuera poco se aseguró antes de salir de que no me moviera y de que las cadenas estuvieran bien sujetas a las patas de la mesa.
Salió a tropezones de la cocina y se escondió por entre los muros desgastados hasta que escuche la puerta que se había cerrado. Esa era la señal para empezar a idear como salir de ahí sin que la vitrina callera encima, acabando herida con vidrios clavados por donde quiera o apuñalada por un cuchillo. Tenía que reprimir las lágrimas que amenazaban por salir porque realmente tenía que ser fuerte si quería salir de ahí.
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Sonidos del mar (1 libro)
RomanceCada 100 años las "Kelers" amenazan por salir de la superficie. Si los chicos se deja arrastrar por sus hermosos encantos, ellas absorben su energía para alimentarse y después desecharlos como basura. Emma se ha convertido en una ondina, pero su e...