CAPITULO 23

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No conseguía pillar el sueño, daba vueltas y vueltas en la  cama, intentaba contar ovejas como cuando era pequeña, pero solo me podía concentrar en rostros desmembrados, con los ojos negros de maldad y venas palpitantes apunto de estallar. Comencé respirar más rápido de lo habitual y me quite la sabana velozmente para prender la lampara que tenía en la mesita de noche y tomar un poco aire. 

Me limpie la frente. Eran las tres y media de la madrugada, ni siquiera eran las siete. Hugh que fastidio, ¿Cómo era posible que no tuviera nada de sueño? me sentía como si hubiera tomado 100 tazas de café para una larga jornada de trabajo. Descanse mi mente por unos segundos, pensando en boberías y luego me acurruque de nuevo en el colchón, pero esta vez el sonido que emitió el motor de un auto me asusto.  Cualquiera podía pasar por la calle, aunque sentía que se había estacionado frente a la casa y se me vino a la mente que quizá era papá.

Me acerque a la ventana para saludarle, pero me detuve porque vi a unas chicas. Las mire detalladamente aún cuando estaba a varios metros de ellas. Vestían bikinis de colores y tenían los pies llenos de arena, sin embargo una de ellas llevaba un jersey y estaba roto. Suspire y pestañe varias veces para verles mejor las caras. Después caí en la cuenta. Era mi hermana y esas estúpidas chicas llegando de no se dónde. Empezaba a creer que había algo raro.

¿Qué diablos hacían tan tarde? 

Deje que se despidieran y luego salí por la puerta de mi habitación sin pantuflas,  baje con cuidado las escaleras y corrí a la cocina por un vaso de agua, luego de camino hacia la entrada, escuche las llaves ya en la cerradura, deje que le quitara el seguro y me quede ahí pasmada. Harper se quedo sorprendida al verme en medio del pasillo porque claramente no se esperaba que alguien como yo estuviera despierta. Las veces anteriores jamás me había quedado tan tarde a esperarla porque simplemente eso no se me daba.

-¿Qué haces aquí?- pregunto mientras veía como le daba tragos al vaso.

-Pues... baje por un poco de agua, es obvio. ¿Y tu? ¿de dónde vienes?- pregunte sin rodeos. Ella me observo con pánico y escondió algo en el bolsillo del pantalón.

-Sali a divertirme, es todo- ni siquiera me miro-. No necesito darte más explicaciones.

-¿A divertirte? pero mira la hora. Es tardísimo. Tu misma lo dijiste, el asesino anda suelto. Podría pasarte algo. 

-Lo dije. Pero no fuimos a la orilla.

-Mhm seguro- rodé los ojos- Según tu ¿dónde estabas?. Que habito de salirte tanto tiempo de casa, ¿fueron acaso  a una pelea de perros? ¿a una pelea de caníbales?

Harper alzo la vista cuando dije lo ultimo, a decir por su mirada perdida trataba de recordar algo, pero le dio asco y meneo la cabeza.

-Me voy a mi cuarto. Estoy cansada.

-No, no puedes- la tome del brazo, su piel se sentía caliente. Después la mire fijamente y me percate que estaba más bronceada de lo habitual, aunque no tuviera mucha luz para ver, era como si  se hubiera quedado por tres horas bajo el sol abrasador. Sus ojos cambiaron repentinamente a un color mas obscuro que me impresiono y me hizo recordar al día que me pregunto sobre las lentillas de colores. 

-Hermana, suéltame por favor, no quiero hablar. 

-Sólo quiero saber que te ocurre. Mira tu jersey. Parece que peleaste con alguien- no podía creer que los hilos del pantalón tuvieran tanta arena y algo parecía mermelada o chocolate.

-Me caí y la tela se quedo atorada en un alambre. Debes saber que soy algo torpe como todos.

Harper safo con brusquedad mi mano, tomándome de la muñeca tirando fuerte y dejándome sola en medio del pasillo.

Sonidos del mar (1 libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora