CAPITULO 15

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Mi hermana decidió ducharse en la regadera

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Mi hermana decidió ducharse en la regadera. Realmente no podía creer que ninguna de las dos tuviera sueño a la una de la mañana cuando teníamos clase en unas horas. Sin embargo, Kim estaba más que dispuesto a quedarse dormido porque ni siquiera tuvo la delicadeza de disfrazarlo. Sus ronquidos se escuchaban desde la habitación hacia la parte de abajo.

—¿Qué es eso que se escucha?— pregunto mi hermana ya dentro del baño y me reí por la pregunta.

—Es Kim.

—¿Kim?

—Sí— refirme y me imagine el rostro lleno de arrugas de Harper por no comprender lo que pasaba.

—Pero él nunca ronca de esa manera ¿Estará muy cansado?— mi hermana sabía muy bien los comportamientos que tenía y a pesar de que había demasiadas investigaciones de que toda la población podía roncar cuando dormía, mi hermano era diferente. No obstante, esta era una excepción.

—Supongo que sí— conteste mordiéndome una uña, sin importancia. Quería que mi voz sonara calmada y claro que lo había logrado porque Harper no me cuestiono. Lo había hecho genial a pesar de que en realidad yo tenía la culpa de que hiciera ruidos extraños.

Todo empezó cuando me amenazo de contarle a Harper sobre la supuesta "pornografía" que miraba en el móvil. Le aclare que yo no había abierto esas cosas, pero el quería hacerse el gracioso para que mamá y Harper me dejaran si celular durante una semana. Entonces, se me ocurrió prepararle un café "especial". Golpee una pastilla de clonazepam  hasta hacerla polvito y luego la mezcle con la bebida, después se me sobrevino sacar otra del frasco para ser amable en términos de sueño.  

De imprevisto, Kim se acerco a la cocina y prepare una voz dulce para hablar, guardando la botella en mi bolsillo. 

—Hermano— enuncie cuando entro—, debes estar muy cansado. Anda, bebe este café tan delicioso hecho por mi— respire graciosa el humo blanquizco de la taza, acercándola hacia su cara—. No dejes que se enfrié. Sabe mejor cuando está caliente.

—¿No estabas enojada conmigo?.

Trague saliva. Sentía una enorme esfera de cólera en mi estomago que tuve que contener antes de hacer una verdadera locura, no podría decirle algo como aquello. La discreción y  la sonrisa en todo momento, era la táctica perfecta para continuar mi pequeña venganza. 

—No, para nada, hermanito— mi cerebro recordó que esa voz sonaba identica a la de Liv  y maldije por hacerme ideas tontas cuando debía tener una actuación perfecta—. Kim, debes  saber que yo no guardo rencor. Este café es la prueba. 

—Es difícil creerte y aunque lo hiciera,  no quiero ahora. 

Se alejo con pasos rápidos y lo seguí con la taza en la mano.

—Espera, espera— dije por detrás de él y cuando tuve oportunidad de alcanzarlo, me puse enfrente para que no caminara más, respirando pesadamente por salpicar algunas gotas de la sustancia café en el piso.

Sonidos del mar (1 libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora