CAPÍTULO 18

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El ambiente estaba lleno de silencio agobiante

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El ambiente estaba lleno de silencio agobiante. Todos los invitados que llegaron para despedirse del señor Brown llevaban vestidos o trajes negros, un color que reinaba en el espacio en el que estábamos. Sabia que iba a ser así, pero al final del día acompañe a mi hermana y a mis padres porque en cierta forma habían compartido mucho con nosotros.

Saque un pañuelo de mi bolso para dárselo a mi padre quien ya tenía los ojos rojos de tanto llorar, lo acepto y enseguida las oraciones terminaron para después pasar a que las personas dijeran algo en el micrófono. Alice, la madre de las niñas se decidió a pasar primero y hablo con lagrimas todo lo que sentía y de lo maravilloso que había sido el señor Brown como padre, luego Catherine abrazo a su hermana para consolarla por lo doloroso que había sido su partida.

Cuando Alice termino, camino hacia el ataúd de madera y le dejo un beso sobre la madera barnizada. Lamentablemente no podían levantar la solapa porque se encontraba cruelmente desgarrado del rostro y podía ser perjudicial para algunos de los invitados, así que pusieron una foto como reemplazo. En seguida me dio escalofrió y le di las rosas blancas que Peter me había dado a Harper para que las dejara.

-¿Qué haces?-me pregunto mi hermana en susurro-. Ve a dejarlas.

-Es que no puedo.

-¿Por qué?

-Es que...- me interrumpí para pensar en una respuesta que sonara congruente, pero no la encontré- No lo sé, sólo no quiero.

Harper accedió después de tiempo, moviendo la cabeza negativamente y poniéndose de pie para caminar hacia el frente.

Peter me había dejado esas flores porque no había podido asistir, tenía que ayudarle a su madre con algunos problemas de la empresa dónde trabajaba, pero no quería ser descortés.

Después de media hora, las personas empezaron a salir de la habitación y mi padre nos indico que ya regresáramos casa. El cuerpo del señor Brown se quedaría otro poco más por petición de la familia y luego seria cremado. Catherine había implorado con susurros de dolor que no lo hicieran, pero es que no existía otra forma; su cuerpo destrozado no podía ser enterrado porque algún animal olfatearía la sangre.

Seguí a mis padres por detrás hasta llegar al auto. Pero justo en aquel momento me detuve en seco.

-¿Qué pasa hermana?- me pregunto Harper por ver que estaba preocupada viendo por todas partes del suelo y buscando por las bolsas de mis jeans- ¿Tiraste algo?

-No encuentro mi colgante- toque la parte de mi cuello y estaba vacía.

-¿No lo dejaste en casa?

-No. Nunca me lo quito y estoy segura de que si lo traía.

-¿Qué pasa Emma?- se giro mamá para ver que sucedía por escucharnos hablar y le aclare que no encontraba la gargantilla de corazón azul que me había regalado Álex, hizo una mueca para también buscar alrededor de nosotras, pero no había señal de ella-. Quizá la dejaste en donde estabas sentada.

Sonidos del mar (1 libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora