Al abrir los ojos lo primero que visualizó fue una habitación polvorienta, y su cuerpo estaba descansando sobre una cama mullida, pero descuidada. Las sábanas eran color beige y eran suaves. Parpadeó varias veces, para tratar de ubicarse. Su nariz cosquilleó con diferentes olores, y su cabeza dio varias vueltas cuando intentó levantarse bruscamente, sólo para acercarse a una ventana cercana por donde entraba la luz, encontrándose con la sorpresa de que estaba a una altura considerable; los árboles se veían como pequeños helechos y la niebla dificultaba la visión de objetos no más grandes que una roca de considerable tamaño.
El viento aullaba con misterio y el silencio llegaba una vez éste se callaba, a excepción del casual ululeo de algún ave. La Luna estaba en lo más alto, por tanto supuso que se encontraba a media noche. Dio unos pasos atrás, cerrando la ventana y haciendo memoria de lo que había ocurrido para llevarla a tal situación una vez más, viéndose interrumpida por un suave tintineo, siendo una larga cadena brillante que daba a la cama, y estaba atada a su pie izquierdo. No era la única, había otra en su muñeca derecha, apenas era notable debido a que eran increíblemente ligeras, además de que parecían no tener fin en cuanto a su extensión. Genial. Primero aparecía en medio de un lugar desconocido y ahora estaba encadenada a una misma habitación que se encontraba en lo alto de algún lugar remoto. Suspiró. Se miró las manos y giró en sus talones, buscando algún indicio en la habitación que le diera pistas de dónde estaba, en vano. Sobre el viejo mueble de madera junto a la cama, había un vaso de agua, probablemente potable, una vasija polvorienta con unas flores ya muertas -que era probable que llevaran un tiempo ahí-, y un marco para fotos vacío, con el cristal roto. Se acercó a abrir uno de los cajones que ahí había, estaba vacío. El segundo tenía una gran llave antigua, y varias telarañas, sin embargo no parecía pertenecer a nada de lo que había ahí. El tercero tenía papeles de una coloración antigua, los manuscritos con letras finas y delicadas parecían decir algo respecto a una planta medicinal; quizá eran parte de algún libro. Se sentó en la cama, frustrada. No tenía forma de saber si podría salir de ahí. Sus ojos se abrieron un poco cuando escuchó golpeteo cercano, probablemente de pasos, inquietándola casi de forma inmediata. Rodó al otro extremo de la cama, ignorando las cadenas que no parecían limitar su movimiento, miró desesperadamente en todos lugares para buscar un lugar donde esconderse ¿Y si era el hombre de antes? ¿Y si quería matarla? El jamás mencionó nada relacionado a algún pacto así que supuso que sus intenciones no tenían nada que ver con su propósito de comprar almas a precios de ventajas. Además de que estaba segura que no era humano por toda la escena anterior. Vagueó la vista hasta un ropero cercano, era bastante grande, pero al intentar abrirlo falló miserablemente, parecía atascado por dentro. No tenía energía suficiente para poder usar magia y tratar de abrirlo. Caminó al escritorio junto al mueble para guardar ropa, pero no sería posible esconderse ya que era muy obvio que estaría ahí. Tropezó con la alfombra, entrando en pánico ya que las pisadas estaban a pocos pasos de llegar a donde estaba prisionera. Por mero impulso tocó la pared para apoyarse pero de forma inmediata fue rechazada, recibiendo una descarga en las palmas que la tiró al piso, con un quejido de dolor y un sonido sordo de su cuerpo cayendo al piso. La puerta se abrió y el mismo hombre de antes hizo presencia, arqueando una ceja al verla en el piso. Se apresuró a levantarse torpemente, mientras emitía pequeños quejidos por la piel expuesta de sus palmas que al hacer contacto con cualquier superficie le provocaba dolor. Estaba tardando en sanar.
— Veo que estás despierta.
El eco de su voz resonó por los pocos segundos de duración de la frase. Estaba indefensa así que no pudo decir ni hacer nada, no estaba segura de que podía hacerle frente. Mucho menos siendo que recordaba tan sólo cosas básicas. Articuló con los labios, pero no pudo decir nada, ni siquiera emitir algún sonido. No por miedo, si no, simplemente no sabía decir, eran desconocidos y más allá de aquello, le costaba comprender bien aún que estaba "viva".
— Tranquilízate. No te haré daño a menos que intentes algo extraño. Intenta tomar algo de agua primero, por ahora te mantendré aquí hasta que logres recordar algo y demuestres tu inocencia.
Su tono de voz era una mezcla de seriedad y gentileza. Incluso era algo arisco, pero a pesar de ello tenía una mirada ligeramente cálida. Sin mucha más opción tomó el vaso de agua, por sorbos y sintiendo su garganta raspar un poco tras un periodo de tiempo donde estuvo seca. Evita el contacto visual por varios momentos en los que se dedica a mirar el vaso hasta que finalmente quedó vacío. Sus dedos acarician el recipiente hasta que resultó ser incómodo el ambiente.
— Tu nombre... Lo dijiste antes... Alucard, ¿cierto...? ¿Qué fue lo que pasó? ¿Dónde estoy? ¿Qué fue lo que pasó cuando toqué la pared?
Dejó el vaso donde antes, dándose unos pocos segundos para analizar las palmas de sus manos, como si no hubiera pasado nada. Intactas. Desvió su mirada al piso, desconfiada. Estaba claro que estaba en el mundo de los vivos, bajo alguna extraña condición, sin embargo no era capaz de recordar el momento exacto de su partida, o con mayor especificación, el porqué había sido llamada en un lugar remoto del mundo, en lo que parecía las ruinas de edificaciones importantes.— Sí, ese es mi nombre, o al menos lo es ahora. Desconozco tus circunstancias por completo, pero en cuanto a la última pregunta, la respuesta es simple. Magia. Te lo he dicho ya varias veces, estarás aquí hasta que puedas demostrar tu inocencia, y para ello esas cadenas serán de gran ayuda.
El silencio volvió a caer como lluvia de nubes negras. Los pasos del joven dieron camino hasta una silla cercana, de madera, en la que se sentó cruzando sus piernas. En sus manos llevaba un libro antiguo, con la tapa roja desgastada. La miró de pies a cabeza sin una expresión aparente, dudoso, y cuando sus ojos hicieron contacto con los ajenos, se vio en la necesidad de voltear a otro lado, nervioso. Tras un largo tiempo de soledad en el castillo tenía una interacción social, y de todas las posibilidades, lo que menos esperaba era que fuera... lo que sea que fuera ella.
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Nocturne.
FanfictionEl bonito castillo en ruinas era increíblemente melancólico. En medio de lo que alguna vez fue las tierras de los Belmont. Ahora "pertenecía" al joven mitad vampiro. Todos los años de conocimiento que había intentado compartir. Aquellos dos cuerpos...