Fa minor

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El sol mostró sus primeros rayos, anunciando la llegada del primer día de su segundo mes ahí. Tras el incidente con las dagas él se mostró un poco más distante de lo normal pero no lo culpaba, después de todo ella estaba igual de confundida y en proceso de aceptación en cuanto al tema de ser un demonio. De todas formas no es como si en un principio el fuera un hombre de muchas palabras o al menos eso es lo que había deducido en el tiempo que llevaba hospedándose en el castillo que de una u otra forma era una clase de hogar. Se levantó en silencio mientras tendía la cama como el rubio le llegó a mostrar en uno de esos días de ocio.

Alucard era realmente calmado y de temperamento dócil. Sin embargo, lo rodeaba un aura de pena, desgracia, como si tuviera un algo atormentándolo constantemente o en su defecto la bruma de sus pensamientos fuera tan pesada y oscura que terminaba por parecer fúnebre. No conocía nada fuera de lo que él le daba a entender acerca de su persona así que de una u otra forma lo consideraba un personaje realmente callado y misterioso. Prefería simplemente no indagar donde no era requerido pues lo último que necesitaba era incomodarlo con preguntas personales que él -aparentemente- era reacio a responder terminando por desviar el tema o cambiar por completo la conversación.

— Veo que estás despierta.

La puerta se abrió, dejando que sus adormilados ojos apreciaran la silueta del susodicho recargado en el marco de la puerta. Ni siquiera lo escuchó llegar.

— Buenos días. El sol me ha hecho abrir los ojos. ¿Crees que puedas sacarme a la biblioteca?

— Supongo que sí. Parece haber un buen clima, más preferiría que primero tuviéramos el desayuno. Te esperaré en el pasillo, así que trata de ser algo veloz.

No le dejó responder ya que el joven se retiró por donde vino. Un tanto confusa -pero con la alegría del permiso- continuó con su tarea de arreglar la cama al menos de forma decente pues incluso si no sentía muchas ganas de hacerlo era el mínimo esfuerzo que podía ofrecerle ante la oferta de estadía en el castillo.  Se quedó parada mirando a través del cristal de la ventana como el sol creaba luz entre los árboles no muy lejanos del edificio, además de regalarle una bella pero extrañamente triste vista de las ruinas pertenecientes a los Belmont según el rubio había dicho. De una u otra forma aquél nombre le resultaba familiar pero no lograba dar ninguna coincidencia más que los cazadores de bestias de gran linaje que acumularon conocimiento al punto de tener una biblioteca entera acerca de ello; a éste punto comenzaba a teorizar acerca de sus alrededores con mera curiosidad. Conectaba los puntos que tenía con lo que Alucard le compartía para crear un sendero un poco más claro al respecto.
Sus pasos fueron rápidos para llegar a la puerta, arrastrando la cadena en su andar desesperado. Sinceramente no tenía mucha hambre pero la impulsaba el pensamiento de aquél muchacho que le esperaba según lo dicho así que prefería no mantenerlo probablemente parado por mucho tiempo ya que, a lo que sabía, sería considerado algo descortés o descarado. Había estado aprendiendo bastante de los libros que se encontraban tanto en las habitaciones aledañas como en la biblioteca exterior que servía más como fuente de aprendizaje de las artes mágicas aunque también habían libros con conocimiento vario acerca de especies animales, rituales, armas y además bastante información acerca del castillo y los vampiros, lo cual le hacía sentir bastante incómoda por algún motivo que no lograba comprender.

— Lamento haberte hecho esperar.

— Para nada, al contrario, me sorprende que hayas sido más rápida de lo que esperaba. Andando.

Con su tono tan monótono le dio la orden mientras él mismo comenzaba a caminar por el silente pasillo olvidado. No era como si la idea de darle la espalda le ayudara en sus problemas de desconfianza pero no tenía muchas opciones en realidad, en especial si las deducciones de ambos eran ciertas y terminaba siendo un demonio más eso no daría explicación alguna al porqué ella de todos los lugares posibles terminó apareciendo en la entrada de su solitario hogar con apenas cosas en la memoria. Durante el primer mes pudo notar que era alguien bastante simple (o en otro caso, eso intentaba aparentar) pues se fascinaba con cualquier relato aleatorio que le contara en medio de sus ratos de aburrimiento; disfrutaba de ver las aves emprender el vuelo y supo que a pesar de su naturaleza oscura tenía un cierto aprecio por los seres vivos que cualquier otra criatura proveniente del infierno no tendría. No lograba sentir malas intenciones incluso en el más común de sus actos. O realmente estaba consiguiendo engañarlo, o todo aquello que le dijo los primeros días era cierto y no tenía ni una mínima idea de lo que la rodeaba. 
Era bastante silenciosa, por lo que tampoco es como si le molestara hasta cierto punto añadiendo que tenía la curiosidad de un infante de al menos seis años. Incluso si tenía el cuerpo de una mujer joven. Entrando en el tema tampoco llegó a notar alguna marca relativamente notoria en alguna parte de su piel expuesta que poca no era, después de todo no es como si tuviera más prendas que ofrecerle fuera de las que ella ya llevaba cuando apareció. A excepción de la extremidad inferior de color carbón, todo en ella indicaban a un individuo bastante pacífico y curioso a pesar de la letalidad de su fuerza que presenció el día que la criatura aquella (que tuvo que incinerar, por cierto) dio con el castillo en medio de la tormenta. Podría decir que hasta el momento era inofensiva.

Nocturne.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora