F minor.

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El Sol se asomaba entre los árboles. La luz le dio en el rostro y no pudo evitar el despertarse, de forma lenta, con pesadez. Aquella sensación era molesta, como si la luz estuviera directamente sobre sus ojos; por obvios motivos farfulló y refunfuñó de mal humor, con molestia, agotamiento además de que su cuerpo se sentía pesado, lo suficiente como para no querer si quiera un dedo. Había un sonido suave proviniendo de fuera, pequeños chirridos. Eran dulces, un poco molestos, pero se apreciaban armoniosos entre el silencio de la habitación. Rodó en la cama buscando refugio en la más mínima señal de oscuridad, disgustada por la sensación, probablemente su memoria había olvidado aquél sentimiento hacía tantos siglos como años tenían los arcángeles. El cabello se le fue al rostro mientras se movía en disconformidad, hasta que se quedó sin espacio para seguir rodando y cayó al piso con un sonido sordo. Tardó unos momentos en reaccionar, con un quejido, antes de estirar un brazo, pronto dándose cuenta que su cuerpo no alcanzaría debajo de la cama. Con los ojos entreabiertos se arrastró con pereza, dejando que su cuerpo hiciera lo suyo al momento de encontrar dificultades, hasta que finalmente estuvo por completo debajo del mueble. Gruñó sin saber exactamente cómo había hecho para acomodarse. En un corto periodo de tiempo la puerta se abrió, junto con el mismo sonido de pisadas del día anterior, que no se molestó en salir a saludar.

El rubio analizó la habitación "vacía". Alzó una ceja, observando parcialmente las sábanas en el piso, revueltas, junto con la ventana ligeramente abierta. Rodeó el borde de la cama, hasta dónde aquella tela yacía. Confundido, la levantó, dejándola en la cama con descuido, ahora percatándose de la extremidad oscura que se había ocultado en la tela, agachándose un poco, a la par que estiraba su mano para tocarla, dando un tirón leve, acto seguido el mueble dio un ligero brinco, con un agudo "¡Ah!" como respuesta, y por consecuente aquella extremidad se escondió debajo de la cama con rapidez, poco tiempo después saliendo el cuerpo completo por el lado contrario, una expresión entre avergonzada y molesta, sosteniendo la "cola" con la mano, tartamudeando, con dificultad para poder articular correctamente. A decir verdad le había causado gracia, no había podido evitar esbozar una media sonrisa burlona, que le era difícil disimular.

— Oh... Disculpa, creo que fue un poco brusco. Ehm, ¿buenos días?

— ... Ah... E-eh... d-días...

Los balbuceos apenas la dejaban hablar, y su voz se volvía cada vez más fina e inaudible con el paso de las palabras. Poco a poco, el silencio se volvió incómodo, dónde sólo se miraban el uno al otro, o a cualquier sitio de la habitación. El se aclaró la garganta y procedió a dar algunos pasos en dirección a una de las patas de la cama (la izquierda vista de frente) haciendo algunos ademanes, mirando de reojo a la chica de vez en cuando. No se movía a excepción de los pocos pasos que había dado hacia atrás, aún tímida ante el anterior suceso, aunque la mirada curiosa delataba su interés.

La cadena se soltó del pie de la cama. Ella parpadeó varias veces antes de mirarlo, perpleja, confusa y extrañada de por menos. Él esbozó media sonrisa ante la expresión, "sosteniendo" la cadena entre sus manos dando un suave tirón para llamar su atención.

— Bajaremos a desayunar. Sería más problemático traer la comida para acá. Además, quisiera hacerte algunas preguntas.

Nocturne.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora