Re menor.

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La pila de libros a su lado izquierdo se hacía más grande con el paso del tiempo mientras la calidez de las llamas la tentaba a cerrar los ojos por unos minutos con el fin de descansar un poco más simplemente no podía darse ese beneficio. Bueno, no quería. Las páginas amarillentas en el libro era en lo único que era capaz de concentrarse en su totalidad pues desde que dio con un par de libros narrando la majestuosidad y propiedades de plantas diversas no había parado de indagar en el tema al punto de no notar a la luna asomándose por la ventana de lo que supuso era uno de los estudios del castillo. Tras alrededor de otras dos horas estando fuera además de la comida Alucard le permitió vagar libremente y hacer del resto del día lo que le placiera. Y que mejor manera de hacerlo que perderse en el conocimiento escrito que contaba lo que claramente desconocía. 
A decir verdad sus ojos comenzaban a arder pues la luz del fuego consumiendo los troncos no era suficiente para poder leer en comodidad aunque de todos modos no es como si realmente le prestara atención a sus malestares físicos a menos que se volvieran lo suficientemente molestos para perturbar su sesión de lectura intensiva. Se preguntaba constantemente cosas que pocas palabras (o páginas) después eran respondidas con lujo de detalles que al final de cuentas terminaban por desviarla a otros temas más que terminaba consultando en los siguientes tomos o, en su defecto, capítulos. Si su memoria no fallaba en las cuatro horas y media que llevaba ahí -cambiando de posiciones pues se cansaba de estar sentada- había leído ya dieciséis libros de principio a fin acerca de plantas. Flores. Hierbas. Todo aquello relacionado a sus fines además de que notas acerca de medicinas hechas en algunas partes con una letra bastante delicada a su parecer. Quería pensar que el blondo dueño del edificio (a decir verdad lo esperaba) ya tenía al menos una noción mínima de todo lo que había en ese lugar sin contar los probablemente miles de libros que tenía conservados en la bodega de los cazadores de monstruos. 

Incluso si deseaba seguir hundiéndose en el conocimiento que le brindaba simplemente no podía por las necesidades físicas que comenzaban a jugarle en su contra. No quería admitirlo pero él tenía razón en cuanto a que le haría daño permanecer demasiado tiempo despierta cuando podría continuar apenas saliera el sol del día siguiente con mayor tranquilidad y claramente mejor iluminación. Pero simplemente no podía controlar esa urgencia por aprender algo nuevo, probablemente necesario en algún punto de su estancia como "mortal". 
El título de esa página decía "Equinácea", acompañada con una ilustración de la planta con aquél nombre. Todo el primer párrafo era dedicado a su cuidado ya que según era una planta de fácil cuidado además de apta para interiores y tenía usos medicinales diversos los cuales eran descritos (junto con cada proceso de elaboración) en los siguientes tres párrafos. A mitad de ellos escuchó pasos cercanos que le alertaron.

— Sigues despierta. Creí haberte dicho que te haría daño.

— ...Alucard. — Bostezó mientras miraba en su dirección — Sí, sí, lo hiciste. Es sólo que me he metido tanto en la lectura que ni siquiera me di cuenta que oscureció.

— No soy quién para obligarte, pero ten en cuenta mi sugerencia.

— Y tú la mía.

Sus ojos dorados rodaron con un ligero fastidio mediamente fingido mientras caminaba lo suficiente para estar cerca de ella, sentándose en el piso cubierto de alfombra en el lado que no contaba con libros por montón que parecían a punto de dispersarse por todo el suelo por la altura de la torre. La chica le dedicó media sonrisa agotada con los ojos tan cansados como los de un animal que ha corrido todo el día escapando de un depredador. Negó con la cabeza mirando hacia otro sitio, apreciando en silencio el tenue calor que emitía el cuerpo ajeno.

— ¿Qué estás leyendo?

— Herbolaria. Bueno, así se llama el libro. Descubrí que hay plantas de las que se obtiene algo llamado clavo. Pero yo pensé que el clavo era lo que se usaba para construir, unir cosas, todo eso.

— El clavo de las plantas se le dice clavo de olor. El término de "clavo" es para construir, como has dicho.

— ¡Pero son cosas muy diferentes! Quiero decir, por el dibujo pienso que quizá es por la forma del clavo natural que le dicen clavo... pero aún así es muy confuso. El clavo "de olor" se usa como calmante para el dolor, para té, para cosas que sanan. Pero el clavo "de construcción" se usa para mantener cosas en su lugar, para magia negra, o para cosas del estilo que no quiero pensar...

— Bueno, el lenguaje va creciendo con el paso del tiempo. El nombre de los dos tipos de clavo también se debe a algo parecido. Usualmente cuando las personas no tienen un nombre para algo se lo dan en base a algo que ya conocen, y según cambia el tiempo se les da otro nombre más específico. Cada palabra viene de otra, no importa de dónde, puede ser otro idioma, otro pueblo, un país diferente, pero el significado al que se quiere llegar es el mismo. Así que hay palabras que son muy parecidas entre sí, si llegas a tener alguna al respecto hazme-

Se sorprendió cuando un peso ligero recayó en su hombro. Tembleteó sin saber como reaccionar correctamente ante el repentino contacto físico: aquella estaba tan cansada que probablemente entre la lectura y la palabrería terminó por arrullarla, por lo que ahora yacía dormida pacíficamente sobre su hombro. Entre-abrió los labios para decir algo pero sólo salió un suspiro ahogado. A decir verdad no encontraba el qué debería hacer, simplemente se sintió arrastrado a la tranquilidad de su sueño. Terminó recargando su propia cabeza sobre la ajena esperando no despertarla. No es como si despreciara el contacto físico en absoluto, simplemente había perdido la costumbre ante éste.
Pudo percibir un tenue olor a pino proveniente de su cabello oscuro, también podía escuchar el latido lento, tranquilo, pacífico de su corazón. Le dio un vuelco el suyo; por más que le pesara el hecho tenía que romper la posición ya que tendría consecuencias en torceduras de seguir dormida así. Pero por un momento más, se permitió el cosquilleo de su cabello sobre su hombro.

Nocturne.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora