Si sharp.

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El aire era caliente. Sus alrededores estaban llenos de diferentes clases de personas, figuras, bestias e incluso cosas que no sabía como nombrar. Podía moverse con libertad por lo que empezó a caminar para explorar un poco el terreno en el que se encontraba pese a que no lo recordaba con exactitud. Al mirar hacia su izquierda pudo apreciar un largo río color carmín en la lejanía mientras que a su derecha no le esperaban más que lagunas de lava ardiente aparentemente vivas pues al acercarse lo suficiente de entre la espesura salían manos o cuerpos gritando por liberación mientras intentaban atraerla a las profundidades de la magma. Fue razón suficiente para mantenerse alejada de las orillas pues desconocía que podría pasar si llegaban a alcanzarla.

— Pero si el viento trae noticias buenas, porque su majestad se ve espectacular.

"¿Su majestad?" ¿Se estaba refiriendo a ella? No lograba comprender bien a lo que se refería. Tampoco le era posible ver de dónde había venido la voz a pesar de que se giró varias veces en busca de la fuente. Siguió avanzando queriendo ignorar lo que había pasado para seguir explorando, a diferencia de las primeras veces no tenía tanto temor ya que podía moverse en su totalidad. Más eso no significaba que estuviera a salvo de alguna situación poco favorable. Después de todo, tras haber regresado al castillo fue casi lo primero que hizo el recostarse para descansar pues el interactuar con tantas personas y vivir experiencias nuevas era algo realmente agotador, en especial si apenas eres capaz de recordar lo que eres incluso si lo descubriste hacía no mucho.
Se tropezó pero logró componerse. Miró al piso para notar que lo que había interrumpido su andar había sido una clase de ojo firme; sintiéndose amenazado se irguió para quedar sostenido sobre lo que parecía una cola de reptil. Sus dos brazos eran garras y aquél ojo parecía más una forma de atraer otras creaturas para comerlas: su torso era una boca casi en su totalidad, los dientes torcidos y desagradables brotando en todas direcciones. Probablemente de descuidarse la mitad de su cuerpo hubiera sido devorado con facilidad. Lo que fuese aquello se retiró entre chillidos ante una sola mirada. Ya no era de extrañar que estuviera confundida a ese punto.

— Te ves... diferente. Creo que el pequeño viaje de vacaciones te hizo cambiar de alguna forma. No lo sé, no es tan agradable como quisiera.

Se giró otra vez en vano. Estaba comenzando a perder la paciencia por el tono tan irritante de la voz. Aunque al menos podía afirmar el que quizá fuera un hombre por la profundidad de la misma. Eso no quitaba el hecho de que le desagradaba en su totalidad; conociéndolo o no, pocas eran las ganas que le quedaban en descubrir quién era. Pero si la conocía cabía la posibilidad de que pudiera ayudarle a saber cómo terminó en la superficie con el hijo de Drácula.
Apresuró el paso ignorando el como la llamaban constantemente en algún lenguaje extraño que para su mala suerte no lograba comprender. Sabía que se referían a ella porque no había nadie más en toda aquella zona de tonos rojizos. Empezaba a ser cansado presenciar lo mismo por largos tramos. No se sentía agotada a pesar de haberse alejado bastante del punto inicial, pero si frustrada por no encontrar nada más que gritos, lava y el mismo fondo lejano del río aquél. 

Su único indicio de cambio fue una estatua de lo que parecía una gárgola tallada en piedra gris. Sus diabólicas facciones firmes e inmóviles entre medio del desierto rojo resaltaban a la vista. Había una inscripción en el pilar dónde ésta se posaba con amenaza, pero estaba bastante desgastada como para intentar leerla. Al menos estaba segura de que no era el mismo sitio que el del sueño anterior donde aquella chica se le acercó para entregarle el arma. Se acomodó los cabellos con un suspiro resignado. Pero cuando estaba retomando la calma escuchó el sonido de un aleteo cercano, poniéndola alerta de inmediato ante alguna posible amenaza. Si bien era rápida siendo un animal le sería más fácil esconderse entre las formaciones de rocas.
Entonces, corrió lo más rápido que pudo y en el primer espacio lo suficientemente grande que vio, se echó a la espera mientras salivaba como un perro por la agitación. Apenas tuvo la oportunidad se asomó para ver como decenas de demonios de diferentes tamaños, formas y mezclas, volaban hacia el norte del lugar con apresuro entre gritos, chillidos y risas burlonas que resonaban en lo vacío del lugar. De no ser por las voces juraría eran murciélagos.

Salió de su escondite en cuanto apreció al último demonio desaparecer entre los límites del lugar, volteando en todas direcciones. Había una clase de arcos que a su vez eran un puente hacia un edificio en ruinas. No podía decir que era un castillo sin embargo tampoco era una choza. Lo más cercano que podía pensar era una mazmorra de ladrillos tan oscuros como la noche sin luna. Habían diversas creaturas custodiándola tanto por cielo como por tierra, y juraría que de entre la lava que cruzaba el puente había visto algo salir momentáneamente, fuera de los espirítus (o lo que fueran) que había visto anteriormente. Aquellos que intentaban convencerla de entrar en la magma ardiente.

Caminó algunos pasos más cerca para poder apreciar detalles. Cualquier cosa podría ser de utilidad considerando su situación actual. Más de entre todas las bestias había una silueta distintiva que no era tan monstruosa como las demás; apenas lograba distinguir un largo cabello blanco que se alzaba con el viento. Un par de alas grises incrustadas con cristales y una piel realmente pálida. Se asustó cuando se sintió observada por lo que volvió al escondite entre las piedras a pesar de que la distancia entre ella y la edificación era bastante. El aleteo cercano la desconcertó otra vez.

— ¿Porqué te escondes entre las piedras? Ven y saluda a tu viejo amigo Abaddon.

Y entonces, abrió los ojos en la misma habitación de siempre.



Nocturne.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora