Capítulo 8

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Chaeyoung continuó conduciendo a una velocidad que estoy segura no era adecuada para esa hora ni ninguna otra, mucho menos con todo el tráfico que había, pero esto no le importó. Se detuvo con brusquedad frente al semáforo y tomó su teléfono que vibraba en señal de un nuevo mensaje recibido.

Por supuesto que puedes venir.

Suspiró y se puso en marcha de nuevo al ver el verde en aquel aparato. Se sentía frustrada y enojada, odiaba sentir esa pesadez y ese dolor después de una discusión con Mina. Lo sé, tal vez ella había exagerado de nuevo las cosas, pero... era muy orgullosa para admitirlo por sí misma. Necesitaba a alguien que le hiciese ver esto, y estaba segura de que esa persona que estaba por visitar podría ayudarla.

No tardó más de 15 minutos en llegar. Estacionó su auto justo al lado de aquel que ya conocía más que perfectamente. Suspiró sonoramente, como hacía siempre al estar frente a ese lugar. No podía evitar recordar tantas cosas que ese lugar arrastraba. Ya no sentía nada malo, pero en un momento como ese sólo podía palpar la nostalgia.

Bajó finalmente y tocó el timbre. Pasado un minuto, le abrieron.

—¿Ya no tienes la llave? Sabes que no es necesario que toques, Chae —le dio paso.

—Disculpa que haya venido así, mamá —susurró—. Yo sólo-

—¿Disculparte por venir a tu casa? Eso es un poco absurdo, hija —la abrazó—. Ésta siempre será tu casa, sin importar cuantos años pasen.

Chaeyoung cerró los ojos y la abrazó un poco más fuerte. En un momento como ese lo que más podía ayudarla y hacerla sentir mejor era un abrazo sincero por parte de su madre.

Las cosas entre ellas habían mejorado de una manera enorme, como puede ser evidente. Después de tantos y tantos años, las cosas habían tomado el rumbo que Chaeyoung siempre había deseado desde que era aquella adolescente castaña e insegura. Ya no sentía temor o intimidación al tenerla cerca, ahora había confianza y tranquilidad entre las dos.

Algunas veces tenían algunas discusiones y desacuerdos, pero supongo que son cosas normales, ¿o acaso esas cosas no les suceden a ustedes también?

—¿Cenaste algo? ¿Todo está bien? —la soltó.

—No, no tengo hambre, descuida.

—Tienes que comer, Chaeyoung.

—Mamá...

—Ven —tomó su mano y la llevó hasta la cocina.

«Genial, ahora me obligará a comer», pensó virando los ojos. Entraron en la cocina y Chaeyoung tomó asiento. Su madre comenzó a servirle la comida en un tazón.

—Sé que no has venido así porque sí —comentó—. Ya es de noche, y Mina no está contigo... ¿Qué sucedió?

—Nada, mamá —suspiró.

—¿Problemas? —le colocó el tazón de frente y se sentó junto a ella.

—Deberías saberlo ya —comenzó a comer.

—¿Tan grave es? De ser así deberías estar resolviéndolo con ella allá.

—No me quieres aquí, ¿cierto?

—¿Estás loca? —la empujó un poco—. Claro que sí, sólo intentó hacerte ver que los problemas se enfrentan, no se huyen de ellos —se levantó—. Termina de comer, luego podemos hablar al respecto en el sofá, si gustas —salió del lugar.

Chaeyoung se quedó allí comiendo sola y pensando en qué demonios estaba pasando con con sí misma para que todo pareciera salirse de control más últimamente.

𝕋𝕨𝕠 𝕎𝕠𝕣𝕝𝕕𝕤 𝔹𝕦𝕣𝕟𝕚𝕟𝕘 | 𝕄𝕚𝕔𝕙𝕒𝕖𝕟𝕘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora