Prólogo

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La cegante y nada delicada luz del sol se colaba por aquella ventana siendo la primera hora de la mañana. Dentro de aquel hogar conformado por la pareja juvenil yacían ambas dormidas, o bueno, sólo una de ellas completamente dormida.

Mina despertó e hizo una mueca de desagrado al sentir la luz del sol pegando directamente en su rostro. Esto era algo que nunca le había dejado de desagradar, seguía siendo amante de la extrema oscuridad cuando de su habitación de trataba.

—Chaeng —susurró somnolienta—, dejaste la cortina abierta de nuevo.

Chaeyoung seguía durmiendo ignorando por completo su voz, ni siquiera un pequeño movimiento de su parte fue señal de que la escuchaba.

—Chaeng —la movió un poco.

—Déjame dormir, Minari —bufó dándole la espalda. Mina suspiró pesadamente y la abrazó.

—¿Por qué eres así? ¿Que no ves que no puedo dormir? —besó su cuello. Chaeyoung sonrió aun estando medio dormida y entrelazó una de sus manos.

—En una hora tenemos que levantarnos para trabajar —susurró sin dejar los besos—. Boo sigue dormido, en cualquier momento comenzará a ladrar para despertarnos, y yo... estoy enojada contigo por no cerrar la ventana —comenzó a tocarla con evidente atrevimiento.

—¿Y qué debería hacer? —susurró siguiéndole el juego.

—¿No deberías mostrarme?

Chaeyoung se dio la vuelta y quedó frente a ella, cuando estaba a punto de acercarse para hacer lo que tenía en mente, la japonesa se separó con un rostro burlón.

—Creo que mejor no —se levantó dejando a Chaeyoung con una expresión indignada y desilusionada.

—¡Minari! —se sentó en la cama de golpe.

—¡No! —rió entrando en el baño—. Tenemos que trabajar, no podemos perder la mañana en tus cosas —insinuó con doble sentido. Chaeyoung se levantó riendo para entrar en el baño y así conseguir algo de diversión.

Así era como comenzaban casi todas las mañanas de esta pareja.

Son Chaeyoung, de ahora 25 años de edad era diseñadora gráfica de una pequeña, pero exitosa empresa dedicada más específicamente a la publicidad. Tenía sólo un año y medio trabajando allí, pero ya era muy respetada debido a lo responsable y precisa que era en cuanto a su área se trataba.

Myoui Mina, de ahora 26 años de edad, había comenzado el desenvolvimiento de sus estudios en nada más y nada menos que una academia dedicada a la música y teatro -lo cual sabemos era lo que más amaba hacer-. No mentiré diciendo que todo había sido fácil desde que había entrado a parte del mundo del entretenimiento; había mucha competencia y algunas personas que tendían a ser obstáculos. Creo que no es un secreto que ese mundo suele ser así, pero incluso con eso, ella era feliz en lo que hacía, y tal vez lo seguiría siendo.

Durante esos años tanto a Mina como a Chaeyoung no les había tocado vivir cosas fáciles en lo absoluto. Seguían enfrentándose a muchas situaciones complicadas que en ciertos momentos parecían casi imposible de superar, pero supongo que era el mantenerse juntas era lo que lograba traerlas de vuelta.

Tan sólo esperemos que el mantenerse juntas siguiera surtiendo el mismo efecto.

Ahora no estaban solas en aquel departamento que habían comprado juntas, la presencia del pequeño Boo, un cachorro de raza Terrier de Norwich color marrón, el cual habían adoptado meses atrás, ahora era parte de sus vidas también.

La situación familiar durante ese tiempo avanzó en muchos sentidos. Por supuesto, sólo del lado de Chaeyoung, ya que por parte del lado de Mina todo seguía igual. No había sabido nada de Kai desde aquella vez que se vieron en el funeral de su madre. La familia de Chaeyoung era la única familia que ella tenía, y la de Jihyo también, claro.

𝕋𝕨𝕠 𝕎𝕠𝕣𝕝𝕕𝕤 𝔹𝕦𝕣𝕟𝕚𝕟𝕘 | 𝕄𝕚𝕔𝕙𝕒𝕖𝕟𝕘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora