El día siguiente había llegado con suma rapidez. La luz cegante del sol se colaba por el vidrio de aquella ventana y golpeaba los párpados de Chaeyoung en señal de que su hora de dormir había finalizado.
Se movió inquieta por la cama y llevó una mano hacia su derecha, esperando toparse con aquel cuerpo cálido que siempre dormía a su lado. Por supuesto, lo que su mano tocó fue vacío y frialdad, ya que estaba sola en aquella grande y solitaria cama.
Abrió los ojos y suspiró pesadamente al recordar todo. Estuvo alrededor de diez minutos en la misma posición, mirando a un punto muerto de aquellas paredes repletas de pequeñas fotografías de paisajes y frases mortivadoras.
Se levantó y tomó su celular. Habían varios mensajes de su jefe Jung y de Nancy. Los ignoró todos, ya que no se sentía con ánimo para siquiera hacer el intento de entablar una conversación aparte de la que tenía pendiente.
Entró en el baño para asearse y así cambiarse, quería irse pronto. Habiendo terminado, salió de la habitación y escuchó ruidos provenientes desde abajo. Era la voz de Jeong, le pareció extraño escucharlo allí tan temprano, así que aceleró el paso para verlo.
—Buen día.
—Chaeyoung —volteó a verla—, ¿qué haces aquí?
Chaeyoung lo miró fijamente sintiéndose un poco asombrada y preocupada. Hacía un mes exacto que no lo veía, pero no recordaba que él estuviese tan cambiado a como estaba ahora. Él estaba un poco despeinado y tenía ojeras bajo sus ojos; lucía igual a cuando atravesó por aquella época oscura de adicciones y problemas.
—¿Estás bien, Jeong? —se acercó y lo abrazó.
—Claro —asintió—. Mamá está en la cocina preparando el desayuno. No pensé encontrarte aquí.
—Digo lo mismo —lo soltó—. ¿Todo bien?
—Claro —fingió una sonrisa—. Ve a desayunar algo.
—Desayunaré en casa.
—Buen día, Chaeyoung —salió su madre de la cocina—. Ven a desayunar.
—Debo irme, mamá. Comeré al llegar en casa, lo prometo —se acercó y la abrazó—. Gracias por todo, de verdad.
—No agradezcas. Puedes venir cuando lo desees, ésta siempre será tu casa, también la de Jeong —lo miró y le sonrió—. No olvides nada de lo que te dije, ¿sí?
—Lo prometo.
—Saluda a mi cuñada de mi parte —pidió con una sonrisa.
—Lo haré —sonrió—. Saluda también a Eunji de mi parte —lo abrazó—. ¿Está todo bien, Jeong? —preguntó en un susurro.
—Lo está —suspiró—. Descuida, hermanita.
Chaeyoung asintió dubitativa y salió de aquel lugar. Subió a su auto y emprendió su camino de vuelta a casa. Sabía que seguir huyendo de esa manera era lo más inmaduro que podía hacer. Se supone que ya no era aquella adolescente que actuaba por impulso y se dejaba consumir por las dudas, tenía que enfrentar las cosas.
A medida que se acercaba al departamento estuvo preparándose mentalmente para lo que sea que estuviese a punto de ocurrir.
[···]
Mina comenzó a moverse de un lado a otro sobre el sofá en el que se había quedado dormida la noche anterior. Había dormido en una posición un tanto incómoda, dejándole esto como consecuencia un leve dolor en sus extremidades.
Se levantó, esperando encontrar alguna señal de Chaeyoung, pero no había nada de esto; ni llamadas, ni mensajes, absolutamente nada. Lo único que obtuvo al despertar fueron los ladridos de Boo exigiéndole alimento, así que se levantó y le sirvió un poco en aquel pequeño tazón.
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𝕋𝕨𝕠 𝕎𝕠𝕣𝕝𝕕𝕤 𝔹𝕦𝕣𝕟𝕚𝕟𝕘 | 𝕄𝕚𝕔𝕙𝕒𝕖𝕟𝕘
Romance|Secuela de Two Worlds Collide| Myoui Mina y Son Chaeyoung habían logrado liberarse de aquellas ataduras que por tantos años las mantuvieron atadas en el pasado. Ya no eran aquellas adolescentes desesperanzadas e inseguras, ahora eran dos mujeres qu...