Capítulo 10

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Una hora, ese fue el tiempo que le tomó a Chaeyoung conseguir calmar a Mina y frenar su ataque de pánico. La japonesa había parecido calmarse durante los primeros 15 minutos, pero cuando hizo amago de levantarse volvió a vomitar casi ensuciando el sofá.

No había parado de llorar hasta que Chaeyoung la abrazó y comenzó a cantarle la primera canción que vino a su mente. Sinceramente, ella se sentía asustada. Nunca había visto a Mina tener una crisis así de intensa, y eso la preocupó muchísimo.

Finalmente, luego de calmarse y lograr respirar con serenidad, Mina se abrazó a Chaeyoung y no la soltó. Había dejado aquella hoja a un lado, sentía que si hacía el intento leerla, volvería a desvanecerse.

No hubieron palabras por lo que pareció ser una eternidad. Un enorme y vacío silencio fue lo único que impregnó aquel lugar. Un silencio que daba lugar a las dudas, los miedos, los recuerdos y las preguntas que estaban a punto de ser resultas con sólo leer aquella última carta.

Mina estaba recostada sobre el pecho de Chaeyoung. Lucía como una pequeña niña; una niña temblorosa y asustada que necesitaba ser protegida y resguardada. Una niña que lloraba por la ausencia de sus padres. Una niña que soñaba con despertar y encontrarse con aquella familia que había perdido el día que menos lo esperó.

En ese momento Mina volvió a convertirse en aquella niña atormentada por las pesadillas que tristemente se habían convertido en su realidad.

Chaeyoung llevó las manos a su cabello y comenzó a brindarle algunas caricias.

—Minari, vamos a desayunar algo —ella negó con la cabeza mientras se abrazaba más fuerte—. Tienes que comer algo, al menos un poco —susurró—. Además, tengo que limpiar eso —señaló el suelo.

—No quiero, Chaeng.

Chaeyoung suspiró. Recordó las palabras de Eunha, su terapeuta. Ésta le había dicho años atrás que cuando Mina se topaba con aquellos recuerdos familiares, era como si volviese a su infancia de nuevo, por tal razón solía actuar de esa manera.

—Entonces tomemos un baño, estás vuelta un pequeño desastre —sonrió un poco.

—Papá solía decirme... que era un pequeño desastre cuando corría por toda la casa y tumbaba algunas cosas —sonrió entre lágrimas—. Algunas veces jugábamos juntos, después que llegaba de su trabajo.

—Eso es muy bonito —sonrió. Ya ella le había contado eso hace muchísimo tiempo atrás, pero le gustaba escucharla.

—Mamá me decía Sharon, porque así se llamaba mi abuela y ella decía que éramos muy parecidas.

—Sharon —repitió sonriendo.

Chaeyoung recordó aquella vez, cuando la vieron morir en ese hospital, y como las últimas palabras de ella hacia Mina fueron que la perdonase, siendo ese nombre justo el que le dijo antes de cerrar los ojos.

—Ella decía que era su pequeña Sharon. A Kai le decía Shaun algunas veces, a él le gustaba mucho, Chaeng —sonrió—. A mamá le gustaba mucho cocinarnos panqueques —se separó y la miró fijamente—. ¿Crees que podamos comer panqueques ahora mismo?

Chaeyoung sonrió con tristeza y llevó las manos a sus mejillas. Mina cerró los ojos al sentir las yemas de sus dedos subiendo y bajando, como si estuviera tomándose el tiempo de conocerla de nuevo.

—Todo lo que quieras —se acercó y besó su frente—. Ve a tomar un baño, yo me encargaré de todo.

—Lo haré, Chaeng —se levantó y se fue hasta la habitación.

Chaeyoung se quedó allí sentada con la mirada baja. No lo pudo evitar, comenzó a derramar lágrimas silenciosas de nuevo. No había nada que le doliera más en este mundo que el ser testigo de aquel dolor y sufrimiento con el que Mina aún cargaba.

𝕋𝕨𝕠 𝕎𝕠𝕣𝕝𝕕𝕤 𝔹𝕦𝕣𝕟𝕚𝕟𝕘 | 𝕄𝕚𝕔𝕙𝕒𝕖𝕟𝕘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora