Capitulo Treintaicinco.

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Xichen entró la habitación, donde la escena que vio fue la más dura, bueno ya había visto varias cosas a lo largo de su vida militar, pero era fácil separar todo cuando no era la persona que amaba

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Xichen entró la habitación, donde la escena que vio fue la más dura, bueno ya había visto varias cosas a lo largo de su vida militar, pero era fácil separar todo cuando no era la persona que amaba. 

El joven Jiang Cheng quien tenía el carácter más fuerte, quien era un pilar en un clan, quien siempre parecía no temerle a nada, estaba amarrado a un cabezal, con solo un boxer, sus ojos vendados, la piel herida y sangrante, lo habían torturado, pero no solo de manera física sino psicológica, era evidente cuando abrió la puerta y su cuerpo se tenso, Xichen empuño su mano con tanto odio al ver eso, mientras Jiang Cheng comenzaba respirar nerviosamente, mientras movía la cabeza buscando a la persona que lo había estado lastimado.

—No... yo... haré lo que quieras... pero ya no...

Esas palabras rompieron la poca cordura de Xichen que corrió hacia él, con la llave de las esposas.

—Soy yo, soy Xichen, no tengas miedo, nadie te lastimara

—Xichen... ¿eres tú?

Quitó la venda de los ojos de aquel hombre, quien lo miró como si suplicara ser rescatado, pero tenía tanto miedo que aun temblaba, no sabía si confiar, ya que parecía que las palabras que siempre pronunció su padre ahora rebotaban provocando dolor en su cabeza, aquellas que decían: "No confien en nadie, solo en ustedes", hacia hace un par de horas el hombre al cual amo, quien estuvo en la cama, quien fue su primer amor, lo había estado torturando mientras cortaba su piel, mientras mordía y chupaba su cuerpo, no lo violo, pero el dolor que le causó fue más que suficiente, fue algo psicológico, mientras aquel hombre lo torturo las palabras que salían al par de eso eran suficiente para romper a cualquiera, no entendía nada, ¿cómo había llegado a esa situación?, era claro la mentira de Huai Sang, pero, ¿por qué ellos? No hicieron nada para lastimar a alguien, sin embargo, parecía que fueran castigados una y otra vez por cosas que no entendían. Se quebró, mientra Xichen lo tomaba y cubría, él sólo lloraba en silencio sin decir en ninguna palabra, ya no confiaba en nadie, pero por ahora el único cerca y quién podía sacarlo de ahí era Xichen.

Xichen estaba molesto, por lo lento que fue para poder ayudarlo, pero la realidad es que ninguno de los dos tenían la culpa, eso era claro.

—Te llevare al hospital para que te revisen

—Quiero ir... a casa...

La mirada de Jiang Cheng era tan perdida, que parecía que ya no había nadie dentro de ese cuerpo, ahora el chico con mala cara, con un carácter fuerte estaba completamente destruido.

Al bajar ahí estaba Huai Sang fumando recargado en su carro.

—¿De verdad crees que te libraras de mi?, mi pequeño Cheng

El cuerpo de Cheng se tensó y tembló, no miro aquel quien lo miraba con una sonrisa en los labios, sabía que lo había lastimado tanto psicológicamente que estaba ya dentro de su mente.

EL CASO DEL LOTO MORADO ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora