Capítulo Siete.

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Jiang Cheng había ido a ver a la anciana que sufrió el ataque por parte del clan Wen, disfrazados del Clan Jiang

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Jiang Cheng había ido a ver a la anciana que sufrió el ataque por parte del clan Wen, disfrazados del Clan Jiang.

—¿No a sufrido alguna ataque más? —cuestionó mirando aquel desastre.

—No, ya no han venido a molestar —dijo la anciana.

—Cualquier cosa por favor, me lo hace saber, ¿necesita algo más?

—Eres muy amable y guapo, te pareces mucho a tu madre

—¿Conocio a mi madre?

—YanLi no es la primera mujer que quiere cambiar a los clanes, tu madre empezó eso, pero fue una lástima de su muerte prematura

—Nuestro padre nunca menciona lo que pasó el día que mi madre murió

—Cuando eran unos pequeños, hubo un enfrentamiento entre la policía y el clan Jiang, ese día dos policías, una mujer y hombre, dispararon matando a tu madre, luego de eso tu padre se volvió frío y juro venganza, después se supo de la muerte de aquellos policías, pero nunca se confirmó si tu padre fue el culpable de sus muertes

—Ya veo, muchas gracias, me retiro

—Joven líder

—¿Si?

—Tus hermanos y tu, no deben cargar con los reconres del pasado, lo que tu padre o madre hicieron, no les concierna a ustedes —finalizó con gentileza la pequeña anciana.

—Muchas gracias.

Hizo una pequeña reverencia saliendo de la tienda, prendió un cigarro y miro al cielo, suspiró.

El sonido de una moto lo distrajo de sus pensamientos.

El hombre bajo de la moto, su pantalón de mezclilla estaba pegado a sus largas piernas, en sus pies unas botas de color café lo acompañaba, una playera de color azul claro, sobre esta una chamarra de color negro de piel, se quitó el casco para dejar ver su tallado rostro.

—Oh Jiang Cheng no he llegado a tiempo para encender tu cigarro —Lan Xichen

—¡Vete al demonio! —Se dio la vuelta para marcharse

—Espera —Lo tomo del brazo

—¿Que carajos?

—Por favor ven conmigo

—¿Por que iría contigo?

—Hay un lugar a unos cuantos kilómetros de aquí, es un lugar de tiros, los obstáculos son muy buenos, ¿No quisieras hacer una apuesta?

—¿Una apuesta?

—Si tu ganas, yo te dejaré en paz, pero si yo gano, tendrás un cita conmigo —Sonrío confiado

—Bien —Después de pensarlo unos minutos, nunca le decía que no, a una competencia.

—Ponte el casco.

EL CASO DEL LOTO MORADO ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora