CAPÍTULO 33

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Capítulo 33

El tiempo comenzó a pasar de manera rápida, y los días se convirtieron en semanas, llegando así de manera casi precipitada el cumpleaños de Irina, a finales de noviembre.

Vladimir se había levantado de la cama temprano ese día, y al llegar a las escaleras de la casa, sonrió al ver a los empleados que había contratado decorando tal y como se lo había indicado el día anterior, terminó de bajar las escaleras y pasó de largo, directo hacia la cocina, tratando de no entorpecer el trabajo de las personas que se encontraba en su sala. 

Al entrar a la cocina, se encontró con Ivela terminando de preparar una bandeja con el desayuno que le llevaría a su mujer, en esta había frutas, panes dulces y salados, huevos revueltos, unas tostadas, jugo de naranja fresco y café.

—Buenos días, Ivela— saludó con una sonrisa en los labios, sentándose en unos de los taburetes del mesón de la cocina.

—Buenos días, Vladimir— saludó devuelta la señora, tomando unas rosas rojas que había a un lado, y colocándolas delicadamente a un costado de la bandeja— ¿Ya se despertó Irina? — preguntó, dejando lo que estaba haciendo, para mirarlo directo a los ojos.

—No. Aún no, por eso he bajado a buscar el desayuno, quiero llevárselo a la cama— una tierna sonrisa se dibujó en los labios de Ivela, al escucharlo hablar, le encanta ver al hombre que ella prácticamente había criado tan enamorado de una buena mujer.

—Entonces ya te lo puedes llevar— avisó tendiéndole la bandeja— ella últimamente ha estado despertándose a horas tempranas, así es mejor que ya te vayas.

—Gracias, nana— susurró Vladimir, dedicándole una sonrisa a la mujer, antes de salir de la cocina, al llegar a las escaleras, las personas encargadas de la decoración, se estaban encargado de decorarlas, así que las subió con cuidado de no caerse y de no entorpecer con el trabajo que estaban haciendo.

Caminó por el pasillo hasta llegar a su habitación, y abrió la puerta lentamente tratando de hacer el menor ruido posible, y una vez dentro de la estancia, caminó directo hacia la cama, dejando la bandeja en la mesa de noche de Irina, para después sentarse en la cama.

Una vez sentado en la cama, estiró una de sus manos y la posó en su mejilla, acariciándola lentamente, admirando su belleza y lo angelical que se veía estando dormida. Acercó su rostro a su cuello y dejó caer sus labios en la delicada piel, dejando tibios besos que hicieron estremecer a la muchacha aun en la inconsciencia.

Sus labios fueron subiendo poco a poco hasta llegar a su oreja izquierda.

>> —Despierta — susurró mordiéndole el lóbulo la oreja, provocando que un tierno gruñido saliera de los labios de Irina— despierta, dormilona.

—Déjame dormir — murmuró con voz adormilada, girándose para darle la espalda.

—Pero te he traído el desayuno, sería muy triste que ese café que se ve tan apetitoso y humeante se ponga helado sin siquiera haberle dado un sorbo, ¿No? — tentó con una sonrisa en los labios, sabiendo que ella no se resistiría.

—Eres cruel— dijo, pero contrario a lo que Vladimir pensó, la muchacha se aferró a la sábana, y soltó un profundo suspiro sin decir más.

—¿Sabes qué día es hoy? — preguntó, terminando de acostarse en la cama, y abrazando su cintura con su brazo derecho, al mismo tiempo que enterraba su rostro en su cuello, volviendo a dejar tibios besos en su piel.

—Mmm — se quedó en silencio por unos minutos, al mismo tiempo que abría los ojos, parpadeando lentamente para acostumbrarse a la luz.

—Feliz cumpleaños, mi amor— susurró, impartiéndole besos por toda su mejilla derecha, sacándole una tierna risa boba— Te amo.

Bajo Los Encantos Del RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora