CAPÍTULO 14

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Capítulo 14

La pareja había pasado el resto de la tarde tratando de saciar las ganas que tuvieron que reprimir durante toda la semana, Vladimir se negó a dejar ir a la muchacha y la mantuvo dentro de la cama todo el tiempo.

Sabía que sus obligaciones lo estaban llamando y pronto tendría que regresarse a su país natal, pero se le hacía difícil mantenerse alejado de la tierna muchacha que en ese momento se encontraba en sus brazos, de alguna manera ella había encontrado la forma de meterse en su piel y él no había hecho nada para evitarlo.

Dejó un beso en su frente, mientras que acariciaba su espalda desnuda y soltaba un profundo suspiro.

—¿Qué pasa?— preguntó ella, girando su rostro para descansar su barbilla en el pecho de Vladimir, pudiendo, en esa posición, mirarlo directo a los ojos.

Se miraron fijamente por unos largos minutos, donde Irina pudo ver la intranquilidad en sus orbes azules.

>>—¿Qué pasa?— preguntó nuevamente, inquietándose un poco al ver la expresión de seriedad que tenía el hombre.

Vladimir desvió sus ojos de los de ella por unos segundos, para después volver a mirarla con profundidad.

—Dentro de unos días debo regresar a Rusia— soltó, sin contemplaciones.

Esas palabras fueron como un huracán para Irina, un huracán que se había encargado de romper la fantasía en la que se hallaba las últimas semanas, si bien, siempre supo que el hombre no se quedaría para siempre en Italia, si guardaba la esperanza de que ese momento no fuese tan pronto, no se sentía lista para alejarse de ese hombre que le hacia tanto bien.

—¿Te-te vas?— preguntó en un tartamudeo, alejándose del cuerpo de Vladimir para sentarse en la cama y mirar sus manos.

Vladimir se sentó detrás de ella, y rodeó su pequeñas cintura con sus fuertes brazos.

—Debo volver— susurró, descansando su barbilla en uno de sus delicados hombros— no puedo seguir retrasando reuniones, aunque si tu me lo pides...

—No— lo interrumpió ella, dándose la vuelta y sentándose a horcajadas en las piernas de Vladimir— no-no quiero que hagas a un lado tu trabajo por mi...— razonó y guardó silencio por unos minutos— por mucho que no me agrade la idea de que te vayas, se que tienes una vida establecida en Rusia y que tienes cosas importantes que hacer allá.

Él la miró fijamente por unos minutos, le encantaba lo hermosa que era al natural, sus ojos celestes lo miraban un tanto decaídos y su rostro en general tenía una expresión de tristeza, estaba seguro que su expresión era exactamente la misma, no quería alejarse de ella.

Necesitaba más de su ternura y de aura angelical.

No estaba saciado de ella, y creía nunca poder saciarse de su persona.

—¿Y si te vas conmigo a Rusia?— Vladimir no había terminado de formular la pregunta cuando había comenzado a recibir una negativa de parte de la muchacha.

—Es una broma, ¿Verdad?— preguntó apartándose un poco de él.

—No creo que en mi rostro haya alguna expresión de estar bromeando— susurró él con seriedad.

—Lo siento pero no puedo— susurró ella— Vladimir, solo tenemos poco más de un mes de conocernos, me parece una locura que me propongas algo como eso en tan poco tiempo de conocernos— soltó y guardó silencio por unos segundos, mirando directo a los ojos serios de Vladimir— si nos conociéramos mejor... quizás hubiese aceptado, pero prácticamente no nos conocemos más que en el ámbito sexual.

Bajo Los Encantos Del RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora